Es una pena que un evento deportivo termine con enfrentamientos violentos de tal intensidad que se cobre la vida de varias personas. Ya ocurrió el 1 de febrero cuando
la disputa entre dos hinchadas en Egipto terminó con 73 muertos. Y ahora se vuelve a repetir. Esta vez ha sido un violento enfrentamiento entre manifestantes y policías. La razón de ser de este nuevo caldo de cultivo que ha desatado una ola de ira en el campo de fútbol egipcio del Port Said, no es otra que las severas sanciones que ha impuesto la Federación Egipcia de Fútbol al club deportivo Am Masry por dichos sucesos. Resulta razonable que un grupo de personas protesten por injusticias deportivas. Pero que de ahí todo derive en violencia y se cobre vidas humanas debería ser inadmisible.
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