viernes 16 de marzo de 2012, 07:34h
Valencia en fallas es un paréntesis de tradición,
ingenio y buen humor como si, a las puertas de la primavera, el fuego nos
recordase que, como en los versos de don Antonio Machado, "todo pasa" y que "lo
nuestro es pasar: pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar". El espíritu
fallero alivia los hombros del caminante agobiado por la mochila de las mil
crisis superpuestas, y facilita la oportunidad para que las llamas se lleven
las monumentales caricaturas de las pesadillas políticas que son derrotadas en
el altar de la alegría: las imágenes, de Ángela Merkel, de Nicolás Sarkozy, de
Mariano Rajoy, etcétera.
El mensaje central de las fallas, entre
castillos de fuegos artificiales en el Paseo de la Alameda y ofrendas florales
a la Virgen de los Desamparados, nos recuerda la condición efímera de
todo lo bueno o lo malo que nos pasa, de modo que no nos engañen las
coyunturas favorables ni nos derroten los tiempos difíciles... Y para insistir en
esta condición cambiante de las circunstancias, los grandes maestros
falleros (escultores tan magníficos como
humildes, cuyas obras son destinadas al mágico museo de unos instantes) crean
centenares de escenas lúcidas y disparatadas, a veces con raíces en los
acontecimientos de la actualidad, y en otras ocasiones intemporales homenajes a
la inteligencia, como lo es este año la cabeza de Leonardo da Vinci, de 10.000
kilos de peso...
Estamos, amigos, ante una de las grandes
fiestas de España, de repercusión en todo el mundo. Las celebraciones, que han
comenzado hace unas semanas, llegan a su cima desde hoy viernes hasta la
madrugada del lunes, con la "nit del foc". En honor de san José, patrono de los
carpinteros, los falleros despiertan estos días a los vecinos y turistas de
Valencia golpeando en el suelo unos petardos, conocidos como tró de bac
(trueno de golpe) para que la gente salga a las calles de la convivencia, de la
música, del buen humor... Valencia en fallas es, en fin, un paréntesis para el
agobio y un banderín de enganche, de todos los colores, para quienes intuyen o
se inventan "brotes verdes" en los últimos compases del invierno.