La contracrónica del mayor debate del año
Chulapas y flamencas para una contrarreforma laboral
jueves 08 de marzo de 2012, 14:25h
"Señora
ministra, le he animado el auditorio, ¿eh?". Soraya Rodríguez, en su papel
de 'Manola' de Lavapiés, jaleaba así a la ministra de Empleo, Fátima Báñez, que
en plan flamenca en jarras, peineta en los pelos y castañuelas en las manos, defendería
a grito pelado desde la tribuna del Congreso de los Diputados la durísima contrarreforma
laboral de Rajoy. 'Manola' y 'flamenca' han debatido así, muy ceñidas a sus personajes
de guiñol sin autor, una de las reformas más serias que afronta España en los
últimos años, por lo que supone de ruptura del modelo clásico y constitucional
de concebir las relaciones entre los agentes sociales.
Hubo en pasillos quien recordó a los atildados y circunspectos pero brillantes oradores
decimonónicos o de principios del siglo XX: los cánovas y los sagastas de
turno, incluso las oratorias de la II República, y sin ir más lejos a los propios
constituyentes del 77. "El nivel se ha perdido", susurraba alguien en
el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso. Pero, ¿de qué nivel hablamos y cuándo se perdió? Cierto
es, no obstante, que nunca antes un debate de la importancia de éste sobre la (contra)reforma
laboral que tan decisiva puede llegar a ser en las relaciones entre los agentes
sociales -corre peligro la paz social y el compromiso de no conflictividad en
las empresas- había alcanzado un nivel más bajo, un nivel tan barriobajero.
La
sesión comenzó puntualmente a las nueve de la mañana, pero con una entrada de
apenas un tercio del tendido. La ministra Báñez leyó en 20 minutos
exactos el papel que le habían preparado: aún conservaba su rol institucional.
Su oponente, la socialista Soraya Rodríguez, salió al coso ya con el rol de
'Manola': pancarta y charanga, timbre pasado de decibelios, cuerdas vocales
inflamadas e imagen de mitin en tarima. Pero mientras Soraya se encendía
paulatinamente mientras hablaba, Báñez se preparaba el atuendo de flamenca y
reía las ocurrencias de sus compañeros de gobierno y de escaño José Ignacio
Wert, a su izquierda, y José Manuel Soria, a su derecha.
El
reloj marcaba las 9.35 horas y el aforo contaba ya con media entrada. Aún
faltaban muchos diputados cuando los de Amaiur entraron en el hemiciclo justo
cuando terminaba de hablar Soraya, seguidos por escasos segundos por el que
fuera ministro de Trabajo, Jesús Caldera, tan impuntual como los abertzales de izquierda. Mientras,
la otra Soraya -Sáenz de Santamaría- abandonaba el semi-ruedo instantes antes
de la entrada de Errekondo. No pudo oír, por tanto, cómo su tocaya y paisana de Valladolid
-aunque hoy traspasada a Lavapiés- les lanzaba una durísima acusación:
"[La reforma laboral] es el ajuste de cuentas de la derecha más conservadora
de este país contra los derechos de los trabajadores". Báñez, miraba con resabio
desde su escaño, tomaba notas y afilaba las castañuelas. Mariano Rajoy estaba ausente
-es decir, no presente-.
La
réplica de Báñez no tuvo desperdicio: flamenca en plan faraona, vistió su discurso
de tonos y adornos tan de corrala como su opositora socialista. Brazos en
jarras, a cada frase ocurrente un repiqueteo de castañuelas de Huelva (a escasos
kilómetros de Lepe): el mismo esfuerzo de laringe y tono pancartero:
"Vergüenza les debería dar que con los fondos sociales se lucren en
Andalucía tres compañeros socialistas". Los EREs salieron a escena (la
campaña electoral andaluza comienza esta noche). "Para campeones del
despido está el Gobierno socialista", y otras frases hechas y oídas, pero contundentes.
Los escaños de la derecha ardían.
Cerca
de las 10.00 horas, la dúplica de Soraya Rodríguez se vestía de mantón de
Manila: "Señora ministra, le he animado el auditorio, ¿eh?". El
semi-ruedo se había ido llenando: incluso el presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, llegaba a las 10.01 horas, justo con la vallisoletana preguntaba por él,
produciendo las consabidas risas. Rajoy llegaba al final, pero la otra Soraya
-la vicepresidenta, que había vuelto a entrar- volvía a salir acompañada de la ministra
Pastor, y no pudo escuchar el alegato final de su tocaya y paisana: "Me da
vergüenza escuchar en esta Cámara proclamas vacías como las que hizo ayer el
ministro de Justicia, señor Gallardón [a cuenta de la violencia de género, el aborto
y el derecho a la vida]".
El
presidente Posada se desesperaba: "¡Que acabe ya, señoría¿".
"¡Que ya acabooooo!", pero Soraya seguía hablando y golpeando sin
querer -pero sin misericordia- los dos micrófonos que como pitones salían del atril. Luego vendrían las
palabras gruesas de ERC (calificando de terrorismo la reforma laboral) y de Amaiur, protestando agriamente ante Celia Villalobos -que había sustituido a Posada en la Presidencia- por
el tiempo que les daba para hablar y que no se ajustaba a lo pactado. Pero el debate entre el Gobierno y el
principal partido de la oposición ha sido, sin duda, muy poco gratificante.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (2)
4247 | Rick - 10/03/2012 @ 18:10:15 (GMT+1)
Cuquiña, mi amor, mi vida, mi cielo, mi todo, estaría muchíiiiiiiisimo más de acuedo contigo si fueras un poco más objetiva. Soraya (Rodriguez) es una verdulera, cierto, pero Fátima (Báñez) no fue una ministra, sino una verdulera bis en un tema de tanta trascendencia para este puñetero país como es el cambio en el sistema de relaciones laborales. Los socialistas (Zapatero y Cia) han destrozado mucho, cierto, estoy contigo y te mando otro cariñoso besito, pero la derecha ha desmotrado (y lo está haciendo) que sigue siendo la derechona sin alma de siempre. Así que, Cuquiña, mi amor, aunque te quiero como sólo quieren los enamorados en un San Valentín lluvioso, te digo: con un poquito de objetividad por tu parte podríamos llegar a muchíiiiisimos acuerdos y, juntos, repoblar el planeta con personas nuevas y buenas. Con todo mi amor se despide Rick.
4240 | Cuquiña - 09/03/2012 @ 12:42:35 (GMT+1)
Parece la suya una crónica de toros, pero no tiene ninguna gracia el comportamiento de los socialistas que destrozan España e intentan impedir que un Gobierno no de penenes, como eran ellos, sino de tecnócratas perfectamente preparados, arregles sus "desfeitos". No hay mejor defensa que un buen ataque, y la nueva Soraya, a mil leguas de la Soraya del PP, haciendo alarde de su ordinariez, y reprochando al PP que tenga que arreglar los desperfectos que un Psoe disparatado ha dejado en España
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