viernes 02 de marzo de 2012, 08:13h
No hace falta ser el más viejo del lugar
para recordar la evolución de las costumbres de la sociedad española, desde
aquel país enlutado de postguerra hasta los tiempos del desarrollo, del "Seat
600" y de los primeros televisores en blanco y negro...; y después vendría la
España de las libertades, de los veranos azules en la costa, del sacrificio
para mandar a los hijos a estudiar al extranjero o de la vanguardia turística y
gastronómica del mundo...
Ahora, la crisis ha traído otra España,
que es la que deja antes de anochecer las calles vacías en las ciudades, la que
sustituyó las cenas de los viernes o los sábados en los restaurantes por el
pollo y las copas en casa, la que apenas llega a fin de mes, la que no puede
ahorrar, la que hace malabarismos para estirar los ingresos y llenar a duras
penas la cesta de la compra. También es, en lo saludable, el país de los
ciudadanos que pasean, que escuchan la radio o que ven la televisión (es
gratis), la que lee la prensa por Internet o la que busca en el fondo del
armario los abrigos de otro tiempo, amarrados a la percha, y que ahora se ponen
nuevamente de moda. Es también el país que ha pasado de manirroto a responsable
y a resignado, y donde quien hasta ahora arrojaba un electrodoméstico a la
basura al menor fallo..., ahora procura buscar piezas de repuesto y repararlo.
La necesidad obliga y apenas deja un margen
para los caprichos. Pero la necesidad también nos lleva a la realidad... "Bendito
aquel cuya fama no va más allá de su verdad", reza un proverbio hindú...; y
bendito, por tanto, el pueblo que, aunque sea a golpes, se hace consciente de
sus limitaciones... Pero las cosas no son tan simples y están llenas de
contradicciones: el país de los seis millones de parados es el que se endeuda para
pasar una semana en el Caribe, o el que tira la casa por la ventana para
sentarse en las gradas del Camp Nou o del Bernabéu, o en los tendidos de la
plaza de las Ventas.
Pero sin darle margen a la demagogia o al
dicho de que "cada uno habla de la feria según le va en ella", lo cierto es que
las costumbres de los españoles están cambiando. Algunos dicen que cada día nos
parecemos más a Europa...; otros mantienen que cada día nos parecemos más, por
imperativo de la realidad, a nosotros mismos.