Sectarismo y memoria andaluza
martes 28 de febrero de 2012, 11:08h
El
pasado 23 de febrero, durante la presentación del libro "Escalones de
cera" en la Fundación Cruzcampo, su autor José Luis Garrido Bustamante
comentó en una pequeña reunión de amigos que habría que resucitar la
"narraluza", esa interesante nueva narrativa andaluza que, en los
años 70 y 80 del pasado siglo, surgió como por arte de magia agrupando a firmas
como Ortiz de Lanzagorta, Manuel Ferrán, Antonio Burgos, los hermanos De las
Cuevas, José María Requena, Manuel Barrios, Vaz de Soto, Alfonso Grosso, Asenjo
Sedano, Caballero Bonald, Fernando Quiñones, Aquilino Duque, Julio Manuel de la
Rosa, Manuel Salado, Eduardo Mendicutti y algunos más y que supuso un nuevo
renacimiento de una cultura que se había anclado en la Generaciones del 98 y el
27. Propuso que habría que darle un homenaje a Manolo Barrios, el periodista y
novelista gaditano que, a sus 87 años, se encontraba bastante deteriorado
físicamente viviendo en una residencia de ancianos y cuyo legado estaba
condenado a la desaparición. Un día después lei en este mismo digital el
anuncio de su fallecimiento. Con él desaparece un andaluz libre e independiente
nacido en San Fernando, cuna de las libertades constitucionales. El autor de
novelas como "El crimen", "La espuela", "Epitafio para
un señorito", "Cartas del pueblo andaluz" o "Vida, pasión y
muerte en Río Quemado", de algunas obras de teatro, de cerca de medio
centenar de libros históricos y miles de artículos, finalista de premios como
el Nadal o el Planeta, ganador del Ciudad de Barcelona o el Ateneo de Sevilla
se ha marchado casi en silencio ante la indiferencia de la mayoría de sus
conciudadanos a los que dedicó toda su vida y por los que luchó en la época más
dura del régimen franquista. Si a ello unimos su sólido conocimiento del mundo
flamenco "Ese difícil mundo del flamenco" y ""Gitanos,
moriscos y cate flamenco"), se podría calificar a Manuel Barrios como un
andaluz universal de los pies a la cabeza y un autor de esa generación de la
llamada nueva narrativa andaluza, que supo compaginar su trabajo periodístico
con una aportación inusitada de ensayos sobre la Andalucía que despertó tras el
28 de febrero de 1980.
Su independencia le hizo granjearse el apodo de "facha" por los
nuevos señoritos de Andalucía. Esos que se jactan de defensores de la cultura,
mientras esa cultura alabe sus decisiones, y que marginan a todos aquellos que
disienten de la falsa progresía. Barrios, que nunca militó en partido alguno,
combatió el franquismo tanto desde la literatura como desde su profesión
periodística, ya sea en su ápoca de jefe de Programación de Radio Nacional de
España, de redactor-jefe de Radio Sevilla (donde obtuvo la Antena de Oro y
cuatro Premios Ondas) o desde sus columnas en ABC de Sevilla o en La Razón. Es
cierto que en su última época atacó sin piedad las corrupciones de los
distintos gobiernos socialistas andaluces utilizando a veces calificativos y
formas que le granjearon algunas querellas que provocaron su inhabilitación y
su ruina. Pero no lo es menos que su obra merece no sólo el respeto, sino la admiración
de unas generaciones que apenas conocen su legado y que si han oído hablar de
él a los prebostes de la cultura oficial, es para denígralo como escritor de
ultraderecha. Habló quien pudo.
Es ese el sambenito con el que los nuevos señoritos del cortijo andaluz, que
llevan más de treinta años campando a sus anchas por esta bendita tierra tachan
a todos aquellos artistas que no se pliegan a sus deseos. No es que no les den
las famosas subvenciones de la Junta, que tampoco, es que fuerzan incluso a los
editores a que rechacen sus obras so pena de ser marginados por la todopoderosa
Administración pública. Ese es el nuevo sectarismo imperante. Un artista sólo
es bueno si es de izquierdas; sólo merece la Medalla de Andalucía si ha firmado
manifiestos y libelos en defensa de los intereses de los que mandan. Así nos
va. Alguien, este 28 de febrero de 21012, Día de Andalucía, debería tener los
arrestos suficientes para recordar en sus discursos en el Teatro de la
Maestranza, a personas que, como Manuel Barrios, pusieron su vida al servicio
de Andalucía sin que los gobernantes de su tierra le reconocieran mérito
alguno. Sé que no lo va a hacer el presidente Griñán, sectario donde los haya,
y que pronto todos olvidaremos la figura de Manolo Barrios. Pero sirva este
artículo "in memoriam" para que su vida y su obra continúen vivos en
la mente de todos los andaluces de pro. Es una triste pena su fallecimiento el
pasado 24 de febrero. La vida tenía que haberle concedido un mes más para que
se pudiera ir de Sevilla con la alegría de contemplar cómo por fin las sagradas
y democráticas urnas ponían fin y le daban el "requiem" a treinta
años de "señoritismo andaluz".