martes 20 de diciembre de 2011, 13:50h
No ha cambiado para nada su forma de ser y de estar en política. El
discurso de Mariano Rajoy y sus réplicas a los discursos de la oposición
han sido los de Mariano Rajoy, el de siempre. Quien esperara otra cosa -los
avisos de que nos esperan "sangre, sudor y lágrimas", medidas extraordinarias y
sorprendentes, dureza en la forma o en el fondo- es que no conoce al nuevo
presidente. Rajoy es prudente, discreto, nada dado a grandes sobresaltos. Su
propuesta, como él, ha sido prudente: ha tranquilizado a los mercados, ha
anunciado recortes, ha prometido esperanza y ha dicho que este no es "un país
de buenos y malos" -lo ha sido en las legislaturas de Zapatero y de Aznar- y ha
ofrecido diálogo. Después de tanto tiempo de desprecio a la realidad, la
prudencia es lo mejor que nos puede pasar.
Sin duda ninguna vendrán medidas duras. No hay otro remedio y las
aplicaría igual el PSOE o Convergencia y Unión o el PNV si gobernaran. Alguno ya
lo hace. Sólo harían otra cosa los representantes de Izquierda Unida, pero su
propuesta es tan antigua como sus ideas que, además, han fracasado en todo el
mundo y han sido trágicas para la libertad y hasta para la vida de los
ciudadanos. También aplicaría otras
medidas Amaiur. Que Dios, y la inteligencia de los políticos, libre a los
vascos y al resto de los españoles de que eso sea realidad algún día.
Ahora toca gobernar. Somos muchos los que creemos que Mariano Rajoy puede
ser mejor presidente que líder de la oposición. Lo va a tener difícil y va a
ser duro para todos. Se ha despilfarrado tanto, se ha hundido tanto la economía
que, aunque quisiera, no va a poder hacer otra cosa que repartir los recortes. Por
solidaridad, debe evitar que los más desfavorecidos, los desempleados, los
dependientes, los mayores, los desprotegidos
paguen dos veces los efectos de una crisis que sufren y que ellos no han
provocado. Y los que la causaron no pueden irse de rositas o con más
subvenciones Tiene que medir lo que haga y tiene que acertar.
Luego se tiene que conformar la nueva oposición. EL PSOE debe decidir si
quiere caminar hacia la modernidad o disputar el voto a Izquierda Unida.
También tiene que dejar en el desván tantas viejas ideas que hoy no sirven y buscar
los brotes verdes de una izquierda moderna y actual. CiU tiene que izar las
velas de un nacionalismo europeo y sin fronteras. Casi lo mismo que el PNV,
pero éste con el problema añadido del final de ETA. Izquierda Unida puede ir a
peor. Va a ser una Legislatura difícil y cargada de retos. Rajoy necesita
pactar los grandes temas, tanto como los demás. Si se actúa desde la prudencia,
si no nos miente, si se apuesta por el bien común, aún queda una
esperanza. En todo caso, más vale un
presidente firme y prudente que otro visionario y alejado de la realidad.