lunes 05 de diciembre de 2011, 07:55h
En medio de varios reclamos
mediáticos y políticos, que se le hacen con insistencia al impermeable Rajoy,
voy a romper una lanza por quien previsiblemente será investido Presidente del
Gobierno en el Congreso. No se trata de ninguna concesión ideológica ni nada
por el estilo. Por tradición y convencimiento me ubico en la izquierda
democrática y creo que perteneceré a esa cultura política hasta que me despida
del tangasso que está resultando este
siglo XXI (lo digo por comparación con el tango que fue el siglo XX). Pero creo
que ya es hora de romper con esta manera de hacer política, que considero
insana, incesantemente desarrollada por el zapaterismo
en los últimos tiempos (aunque tengo que admitir que también afecta a otros
sectores de la izquierda española y ahí está Cayo Lara para evidenciarlo), de
considerar a los adversarios políticos sin rasgo alguno de nobleza de
intenciones respecto del bien público, ni capacidad suficiente de gestión
administrativa y política.
Pronto me voy a referir a lo que
considero son los mitos de alguna izquierda española, porque creo que si la
cultura política en España tiene problemas en general, la izquierda
carpetovetónica los sufre en particular. Y conste que sigo pensando que el
maestro Bobbio tenía razón cuando afirmaba que eso de que la divergencia entre
izquierda y derecha es algo ya superado resulta únicamente producto de la
pereza mental. La confusión procede precisamente de esa idea de que si la
izquierda y la derecha (democráticas, claro) coinciden o se ponen de acuerdo en
algo, es que ya son la misma cosa. Lo dicho: pura pereza mental o simplemente
miopía ideológica, aunque ambas cosas se mezclan muy bien con alta frecuencia.
Por eso no siento perder un ápice de
mis convicciones si hoy rompo una lanza por Mariano Rajoy. En primer lugar,
considero falsa la idea de que la mentalidad de Rajoy es un ejemplo de ligereza
y superficialidad. Por el contrario, creo que el ganador de las elecciones está
perfectamente consciente de la gravedad de la situación que tendrá que gobernar
y siente una genuina preocupación al respecto. Por ello, no es extraño que esté
dispuesto a hacer concesiones a sus adversarios políticos, con tal de sacar a
España de la crisis. En pocas palabras, creo que Rajoy tiene puesto lo mejor de
sus cinco sentidos en la difícil tarea que enfrenta y, aunque me duela
admitirlo, con muchos menos problemas de narcisismo político que su predecesor.
En segundo lugar, no concuerdo con
las críticas que se hacen desde los medios de comunicación acerca de que Rajoy
está equivocándose al no aparecer ante el foro público, emitiendo un discurso
que aclare el panorama o simplemente sus intenciones. Ante todo, hay que
aceptar de una buena vez que Rajoy no es un líder mediático. Ya hemos visto que
prefiere leer incluso en los debates electorales. El ganador de los comicios
tiene ciertas características gallegas que no quiere desechar. En el plano de
la comunicación, prefiere no explayarse ni ser demasiado explícito. Pero
además, en la presente y grave situación no quiere abrir la boca sin estar
completamente seguro de que no tendrá que tragarse sus palabras en poco tiempo
más. ¿Pero su debilidad mediática quiere decir que no está avanzando en la
tarea de reconocer bien el terreno para tomar decisiones firmes? Lo siento,
pero no tengo razones para pensarlo. En
realidad, creo que los medios cumplen su papel cuando presionan a Rajoy para
que intervenga públicamente, pero su resistencia no debería conducir a sacar
conclusiones precipitadas.
Una de ellas que también he visto en
algunos comentaristas es que Rajoy es poco trabajador, que se mantiene inactivo
en exceso. Tampoco lo creo. Sobre todo en estos momentos, acusar de vago a
Rajoy raya en el irrespeto. Hay que recordar que algo de eso también se decía
de Felipe González en cuanto entraba en aquellas fases de ensimismamiento que
le daban. Siempre pensé que esa acusación era confundir la magnesia con la
gimnasia. Algo semejante me sucede ahora con el líder de los populares. No hay
que confundir el sigilo con la cantidad de trabajo. Rajoy está trabajando a
todo gas, aunque eso no se refleje públicamente.
Y, desde luego, todo eso de que Rajoy
es un enemigo del Estado de Bienestar, que estará siempre dispuesto a
descabezarlo en cuanto tenga la menor oportunidad es otra falacia. El líder del
PP, de acuerdo con su ideología, está más interesado en reactivar la economía
que en mantener todas las condiciones sociales, de eso no hay la menor duda.
Pero la exageración de esa preferencia al punto de convertir a Rajoy en un
neoliberal salvaje, dispuesto a practicar un acentuado darwinismo social, no es
otra cosa que el intento de montar un estereotipo interesado. Algo, por cierto
que tampoco es bueno para el país.
En estos momentos, ser de izquierdas
pasa indefectiblemente por defender los intereses colectivos nacionales. Y al
respecto, me parece mucho más de izquierda el líder de Comisiones Obreras,
Fernández Toxo, cuando afirma que hay campo de entendimiento con el próximo
Presidente del Gobierno, que Cayo Lara, cuando toca a arrebato y a la
permanente movilización social para impedir ningún retroceso. El señor Lara
confunde la izquierda democrática con la izquierda panfletaria,
lamentablemente.
En suma, un poco de serena
ecuanimidad por favor. Juzguemos a Rajoy por lo que verdaderamente haga y no
por lo que suponemos que hace. No está la situación para florecer en juicios de
intenciones. Entre otras razones porque así estaremos cargados de razón cuando
haya que criticarle en serio, algo que estoy seguro sucederá, quiera él o no.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
1272 | Cuquiña - 05/12/2011 @ 13:44:31 (GMT+1)
Efectivamente creo que Norberto Bobbio se pasa de benévolo cuando habla de la desaparición de el enfrentamiento izquierda-derecha, al menos en su versión española. La izquierda se cree que tienen una superioridad moral, una legitimidad de origen que está muy lejos de ser verdadera. El saqueo al que han sometido a España, lo hemos visto en las elecciones de mayo, como han dejado ayuntamientos y comunidades autónomas no tiene explicación. A Rajoy se le pide una diarrea verbal como la de Zapatero, todo liviandad cuando no maldad, y debe estar soportando una ducha helada viendo lo que dejan en los ministerios, no a cero, sino con deudas, y lo que realmente se desea es que hable para lanzarse a su yugular. Ahora espero que gobierne de verdad, que va a ser bien difícil, y que los inoperantes sindicatos con Zapatero, no se vuelvan lanzas contra Rajoy como ha anunciado Cayo Lara, que quiere convertirse, al parece, en Cayo Bruto. Toxo, mucho más prudente después de hablar con Rajoy. No queremos algaradas como en Grecia, que bastante tenemos ya encima, y los liberados a trabajar, y los sindicatos a renunciar a sus canongías.
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