martes 29 de noviembre de 2011, 08:11h
Un gobierno con mayoría absoluta, como el
presidido por Mariano Rajoy, que tomará posesión el próximo 22 de diciembre,
necesita de una oposición fuerte, y especialmente cuando nuestro país está
crucificado por una gravísima crisis económica, laboral y social. Por ello,
está bien que, al lado de los retos que se plantea el nuevo ejecutivo, también
los socialistas preparen su estrategia, que pasa por un nuevo liderazgo de la
formación de centro-izquierda, herida casi al borde del K.O. tras el batacazo
electoral de hace semana y pico.
Y, como ocurre en estas ocasiones, han
comenzado a aparecer en escena los grupos, las afinidades, las capillas, las
camarillas, las alianzas, y todas las plurales propuestas que son lógicas en
una formación política más que centenaria. Ayer, José Bono ha ofrecido su perfil del nuevo líder que necesita el PSOE:
moderado, no dogmático de ésos que se creen en posesión de toda la
razón, proclive al diálogo con los discrepantes, y "un español sin complejos que considere que decir "¡viva España!" no es
un grito de la derecha ni del franquismo". Y ha añadido José Bono: "España es madre, no madrastra, y es
garantía de igualdad entre los españoles". Y ha insistido en que "quien sea elegido para representar al socialismo
no debe tener complejos para defender la solidaridad que España representa".
Se puede estar más o menos de acuerdo con
algunos de los planteamientos de José Bono, pero no cabe duda de que habla
claro, de que no se muerde la lengua... Otros líderes socialistas, como Felipe
González o Alfonso Guerra, han abordado en estos días la sucesión de Zapatero
al frente del PSOE y con la mirada puesta en el congreso del próximo febrero. Y
han hablado de la edad de los candidatos, de la necesidad de que nadie fuese
discriminado ni por ser hombre ni por ser mujer, de la libertad de elección, de
la oportunidad de buscar a candidatos ganadores, y del error de no haber
convocado unas "primarias" antes de que Rubalcaba fuese designado como
candidato sucesor de Zapatero en los pasados comicios. Son asuntos que se
prestan a muchos debates y a múltiples interpretaciones, y sobre los que se
hablará largo y tendido en los próximos meses, después de que los socialistas
analicen y digieran su derrota del 20-N.
Pero quien ha dado en el clavo,
insistimos, (y especialmente en un país con serios problemas de identidad y de
solidaridad y de orgullo y de unidad) ha sido José Bono a quien le interesa más
España, como aventura colectiva, que el nombre propio de quien ha de llevar las
riendas del PSOE en un futuro próximo. Cuando se habla de España, como responsabilidad, como oportunidad, como historia y
como aventura colectiva, están fuera de lugar las máscaras o las diferencias o
las medias tintas.