viernes 18 de noviembre de 2011, 08:10h
La jornada electoral de pasado mañana,
domingo, será una novedad para un millón y medio de jóvenes españoles
que han cumplido los 18 años en el último cuatrienio y que acuden a las urnas
por primera vez.
No sé si usted, amigo o amiga, recuerda la
primera vez que se acercó a un colegio electoral, buscó su nombre en las
listas, tomó la papeleta que libremente decidió, encontró la mesa y la urna
correspondientes, y debutó en el derecho de decidir quiénes habrían de gobernar
su país. Acaso lo recuerde por algún pequeño detalle, porque llevaba a sus
hijos menores de la mano para que asistiesen a la novedad, o porque tuvo que
hacer una larga cola, o porque tenía muchas dudas a la hora de la decisión, o
porque aquella ceremonia, tras los cuarenta años del franquismo sin voz ni
voto, sencillamente le resultaba...emocionante.
Hoy me dirijo a ti, muchacha o muchacho
español que el domingo tienes, por primera vez, la oportunidad de votar a quien
quieras, de apoyar a quien creas que mejor lo puede hacer por tu país. Quizá
estés terminando la carrera o parado o con escasas perspectivas de encontrar
trabajo. Perteneces a una generación que, según los sociólogos, por primera vez
en la Historia va a vivir peor que la generación de sus padres o de sus
abuelos. Acaso seas un "indignado" o un pasota, y quizá rechaces la política
porque no te parece algo noble, ni siquiera un oficio; más bien una cucaña o
un comedero.
Sabemos que las cosas no son tan
maravillosas como algunos las pintan, y especialmente en estos tiempos duros
que nos ha tocado vivir, con cinco millones de parados, y con la economía hecha unos zorros, y con la pobreza
en erupción como el volcán submarino de la isla del Hierro. Pero, al mismo
tiempo, precisamente porque la vida es cuesta arriba y porque la pendiente es
dura, hay que arrimar el hombro como sea, cada uno según la potencia de su
musculatura moral, cada uno según las limitaciones de su debilidad.
Te invito, joven español que acabas de
alcanzar la mayoría de edad y que pasado mañana tienes la oportunidad de
ejercer tu derecho al voto, te invito a que, a pesar de los nubarrones,
seas generoso y des un voto de confianza a la libertad. Miles de españoles
murieron por esa libertad. Es, por tanto, algo sagrado. Rebélate, desconfía,
critica, cabréate, arremete contra lo que no te gusta. Pero no dudes que, al
final del túnel, siempre existe la luz. Se trata de la luz que todos encendemos
cuando apostamos por el futuro; cuando en lugar de comportarnos como ajenos a
lo que pasa cogemos el toro por los cuernos, y confiamos en que otro mundo
mejor es posible, y lo tenemos al alcance de la mano.