"No hubo agresión alguna al hijo de Mourinho"

"No hubo agresión alguna al hijo de Mourinho". Es lo que nos aclara como clave esencial Enrique Vedia, el presidente del Rayo Majadahonda, club acusado de la presunta agresión al hijo de Mourinho, que juega en la categoría alevín del Canillas. En contacto con Diariocrítico, Vedia nos ha confirmado la versión del club madrileño, por la cual no hubo tales agresiones físicas al chico, sino que éstas se limitaron a insultos.
 
Los hechos trascurrieron así: el partido entre el Rayo y el Canillas acabó sin incidentes y sin problemas. Al entrar en vestuarios, sí que hubo "un pequeño pique", porque físicamente no hay separación en el túnel, y siempre los jugadores se encaran si el partido ha sido bronco, como fue el caso (acabó 2-1 a favor de los locales). En cuanto a empujones y zarandeos al pequeño Mourinho, como se comentó, Vedia lo desmiente: "Al que se le empuja a nuestro portero, no al hijo del portugués, por parte de otro chaval".
 
Después, tal y como les contamos este martes, sucedió el famoso incidente en las duchas: el monitor del equipo local salió a llevar el cesto de la ropa sucia y los balones de entrenamiento al almacén, momento en que aprovecharon los chavales para comenzar a cantar el ya tristemente famoso "ese portugués, qué hijo p... es", en referencia al portugués José Mourinho, el técnico blanco. "Es verdad, hay que admitirlo, los chavales lo cantaron", nos cuenta Enrique Vedia.
 
Acto seguido, los jugadores del Canillas escuchan ese cántico y concretamente el hijo de Mou, lógicamente, se da por aludido. Al parecer se indigna, llora y sus compañeros se solidarizan con él. Pero el presidente del Rayo Majadahonda desmiente la versión aparecida en distintos foros y medios por la cual los chicos del Canillas arremeten contra sus rivales, entrando en su vestuario y lanzándoles balones.
 
Y como os adelantamos ayer, en cuanto llega el monitor-entrenador local, de 23 años, hace callar a los suyos. "Se le hace daño, evidentemente", reconoce Vedia en referencia al joven Mourinho.
 
Además, el club ha condenado enérgicamente esta actitud: "No pueden cantar eso unos niños de 11 años porque estamos educándoles en una cultura del deporte, no para ser gamberros... eso no se puede tolerar". Desvela que este lunes, en pleno Puente, el club reunió a plantilla y entrenador para tratar el tema. "Les enseñamos la información aparecida en el periódico 'La Gaceta' y se avergonzaron e incluso hubo lágrimas... entendieron su error", relata Vedia, que recuerda que todos firmaron una carta manuscrita de arrepentimiento.
 
También se avisó a los padres y hubo bronca para todos, porque no se quiere dar esa imagen del club y se les considera responsables a los familiares, ya que están al frente de su educación. Por otra parte, el propio presidente del Rayo habló con el del Canillas para disculparse, y también niega que este otro equipo fuera a exigir medidas disciplinarias, como se publicó en la prensa.
 
Ahora bien, Vedia también quiere aclarar que se han disparado demasiado las alarmas y llevado este caso al extremo. "Al igual que los chicos se compran las botas de sus ídolos, también les imitan hasta en cómo tirar las faltas... y lamentablemente también les copian en estas cosas de empujones e insultos, porque las oyen", explica. "No ha pasado nada, absolutamente nada", añade, en referencia a los incidentes, que se han magnificado en los medios y en redes sociales, como en Twitter, donde esta polémica llegó a ser 'trending topic'. El asunto, aparecido en la prensa el mismo domingo, apareció porque algún miembro o familiar de jugadores del Canillas llamó a un contacto en la televisión de 'Intereconomía' y su programa de éxito 'Punto y pelota', adulterando, según Vedia, la versión real de los hechos.
 
También hay por parte del presidente del Majadahonda, tras la condena a los incidentes de sus chavales, una reflexión más allá del entorno juvenil: "Mourinho tiene que reflexionar sobre la imagen que da a los suyos", ya que entiende que su hijo no habría sufrido este ataque si no fuera por la acritud que levanta su padre incluso en parte de la propia afición madridista.