martes 01 de noviembre de 2011, 16:22h
Como
se trata de gestionar la ruina, los programas de los partidos son más
importantes que nunca. Medidas concretas, propuestas realistas,
diferentes a las ya utilizadas, que no han servido. Pero, además de
programas hay que hablar de ideas. Los líderes políticos españoles
y europeos andan perdidos sin saber cuál es el rumbo, y las medidas
urgentes de hoy no sirven, porque cada día la terca realidad
destroza los parches. Hace falta más Europa y menos localismos, más
control, pero nadie quiere renunciar a su pequeña parcela de poder,
nadie quiere la transparencia. El 20N podemos mandar a casa a los que
están -su balance no puede ser peor- y dar un cheque en blanco a
los otros, pero la confianza en el futuro es tan inestable como la
situación que heredan.
Por
eso, tan importantes como las medidas son la filosofía, los
principios, la honestidad, las ideas. Esta sociedad ha apostado tanto
por el corto plazo, que no tiene perspectiva de futuro. Y lo peor es
que nos hemos acostumbrando a eso y no sólo en la política. Una
noticia dura en las portadas de los periódicos o en el interés de
los lectores apenas unas horas o unos días. Inmediatamente deja de
interesar y es sustituida por otra que sufre el mismo proceso. Los
políticos queman el dato de hoy o lo proclaman, conscientes de que
el siguiente será diferente y de que no hay memoria histórica ni en
los medios ni en la sociedad.
Un
excelente reportaje de Jacobo
Muñoz
en El
Cultural
sobre los nuevos filósofos nos devuelve, me temo que sólo por un
rato, a la importancia de la filosofía en la vida. Dice Muñoz que
nos falta "dimensión reflexiva", tal vez porque el presente está
gobernado por "una noción de temporalidad, marcada por las ideas
de progreso, desarrollo y revolución, con la consiguiente tiranía
de la inmediatez". Esa tiranía es lo peor que nos puede pasar.
Nadie piensa en el futuro. Es la cultura kleenex
de "usar y tirar". Los jóvenes no tienen perspectiva de empleo,
de emancipación, de construir un futuro y los mayores dudan sobre su
supervivencia. Nadie emprende nada. Los políticos apuestan al
cortoplacismo, bien porque saben que van a perder, bien porque aunque
ganen por goleada no hay recetas mágicas y tendrán que llamar al
sacrificio colectivo.
Dos
de esos nuevos jóvenes filósofos apuntan algunas ideas para
reflexionar. José
Sánchez Tortosa
dice que "el problema es que debido a la ausencia de un sistema de
instrucción pública digno de tal nombre, la masa de la población
condenada a la escuela pública está sin defensas intelectuales y a
expensas de la propaganda más hábil". Lo estamos padeciendo.
Rocío
Orsi,
profesora en la Carlos III, añade que "la crisis que sufrimos es
también de ideas: hemos estado sumidos en un autoengaño colectivo
insidioso e impertinente". Tal vez solo la filosofía, la reflexión
sobre las ideas pueda salvarnos de la crisis.