Una parte fundamental del escudo antimisiles que está construyendo la
OTAN para proteger Europa tendrá su base en España, donde Estados
Unidos desplegará cuatro buques y unos 1.100 militares, según un acuerdo
anunciado este miércoles. Esta operación generará unos mil puestos de trabajo y se dispara así algo de optimismo tras el mal dato del paro hecho público esta semana, que dejaba otros casi 100.000 desempleados más.
Pero a esta noticia de mejoría para la instalación naval de Rota
(Cádiz) la preceden malos antecedentes. Todo viene del año 2009, meses después de que tanto
Zapatero como
Barack Obama ganaran en sus citas
elecciones. El norteamericano heredaba una
crisis económica y una necesidad de recortes drásticos de gasto público, así
que entre sus planes estaba reducir empleo civil de defensa en bases militares
de EEUU en Morón de la Frontera y Rota, lo cual hubiera supuesto un duro golpe
para el empleo en España.
Las bases militares estadounidenses son muy importantes para la
economía de zonas como la de Andalucía, concretamente Cádiz y Sevilla. Así, las
relaciones entre Obama y
Zapatero pasaron por un mal trago porque España
presionó para evitar lo que hubiera supuesto otro golpe a su gestión económica.
Como solución, se originó una operación diplomática después de que el Gobierno
español llegara a manifestar su enfado con duras palabras, ya que Zapatero
habría hablado de "insulto".
Finalmente, la gestión diplomática, al parecer en especial
gracias a la de
William H. Duncan, consejero político de la Embajada de EEUU,
llevó a que el Pentágono replanteara sus planes de recortes y no llevó a cabo
los despidos en las bases españolas. Lo peor es que una guerra política interna
provocó un empeoramiento de la situación, ya que según este cable de Wikileaks,
el PP habría aprovechado el peligro de esos puestos de empleo para atacar la
gestión del Gobierno Zapatero y sus dotes diplomáticas.
Otro personaje fundamental en toda historia habría sido el actual candidato
socialista en las próximas elecciones generales, y por entonces ministro del
Interior,
Alfredo Pérez Rubalcaba. El cántabro medió esta crisis con la embajada
estadounidense para medir la gravedad de la situación. Ya por entonces las
noticias que recibió el Ejecutivo socialista eran buenas, porque desde EEUU se
habían cambiado los planes tras la intervención de Duncan.
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