En
Berlín o en Madrid
domingo 25 de septiembre de 2011, 12:42h
"Un
Estado que no respeta el Derecho es una banda de forajidos". No
es un mal recuerdo en un momento en el que, en diversos lugares, el
Derecho se utiliza arteramente, a la medida del interés personal y
el relativismo se impone. La frase es de San
Agustín
y le sirvió a Benedicto
XVI
para lanzar un mensaje rotundo en el Parlamento alemán sobre razón,
justicia y ecología. Los miembros del Bundestag, puestos en pie,
dieron dos largas ovaciones al Papa y aplaudieron con entusiasmo
varios pasajes de su discurso. Con respeto. El presidente del
Bundestag dijo que "raramente un discurso en esta Cámara ha
atraído tanta atención en Alemania y fuera de ella".
El
viaje del Papa a Alemania, la cuna del protestantismo, no era fácil,
pero ha servido
para muchas cosas: para volver a lanzar un mensaje sobre la ética,
para defender un uso racional de la naturaleza, el compromiso con la
ecología, el respeto a la persona humana, su vida y sus derechos.
Pero también ha habido en Berlín una reiterada condena de la
pederastia. Benedicto XVI quiso reunirse con varias víctimas, tres
hombres y dos mujeres, de abusos sexuales cometidos por clérigos a
los que, además de mostrarse conmovido e impresionado por su
sufrimiento, expresó su profundo pesar "ante estos atroces
crímenes". Garantizó que se han puesto en marcha medidas eficaces
para que nunca se vuelvan a repetir. Pesa sobre la Iglesia este
terrible pecado que Benedicto XVI ha afrontado con valentía. Y queda
su discurso pidiendo la unidad de los cristianos para construir un
mundo más justo y para combatir juntos la ausencia de Dios en la
sociedad.
Meter
a Dios en la sociedad es precisamente lo que hace Caritas cada día.
En los últimos años, los de la crisis, mucho más. Mientras
otros sólo hablan, Caritas "da trigo": cientos de miles de
ciudadanos tienen ropa, comida, alimentos, vivienda o empleo, y sobre
todo una palabra de consuelo y de aliento gracias a su labor y a la
de sus voluntarios. Pero también "predica". Acaba de redactar
una propuesta ante las próximas elecciones en la que pide a todos
los candidatos -Caritas no tiene color político- que no se olviden
en sus programas ni en sus políticas de los más desfavorecidos. Que
no olviden los principales problemas de los españoles: el empleo, la
protección social, la vivienda, la migración, la cooperación al
desarrollo y el apoyo al tercer sector. Lo hace con propuestas
concretas, sin alharacas, "como interlocutor válido de una
importante base social involucrada en la defensa de la dignidad y los
derechos de las personas más vulnerables de la sociedad". Caritas
no habla por referencias ni de memoria. Caritas toca todos los días
la resinación y la indignación de los desheredados, de las víctimas
de la crisis, la pobreza física, la miseria sentimental a la que
hemos condenado a cientos de miles de ciudadanos. La Iglesia de
Benedicto XVI y la de Cáritas es la misma. Mal que les pese a
algunos.