Libia preocupa, como es lógico. 200 muertos han dejado ya las revueltas en el país regido con mano de hierro por
Gadafi. Por eso, la Unión Europea urge a las autoridades de ese país a detener inmediatamente el uso de la violencia contra los ciudadanos que se manifiestan en las calles del país y a escuchar las "legítimas demandas" del pueblo a favor de reformas.
Los ministros de Exteriores de los Veintisiete suscribieron una declaración en la que se "condena la represión contra los manifestantes pacíficos" y se expresa la "extrema preocupación" de la UE por la situación y número de muertos que se baraja. "La libertad de expresión y el derecho de asamblea son derechos humanos y libertades fundamentales de cada persona que deben ser respetadas y protegidas", señala el texto que la Alta Representante
Catherine Ashton acordó con los titulares de Exteriores.
En esa declaración, los Veintisiete piden también a Trípoli que "detenga de inmediato el bloqueo de acceso a Internet y a las redes de telefonía móvil" y que permita trabajar libremente a los medios de comunicación.
Esas contundentes palabras y la fuerte postura contra las cruentas reacciones contra las revueltas populares contrastan con la postura mantenida ante Marruecos, el país alauita bajo el reinado de
Mohamed VI.
Eso sí, al menos no ha habido que lamentar muertos, como ocurrió con las protestas saharauis. Las manifestaciones celebradas en Rabat y Casablanca, las dos mayores ciudades del país, transcurrieron sin incidentes y las fuerzas de seguridad se mantuvieron alejadas de la marcha. En la capital, Rabat, miles de personas -15.000, según los organizadores; 2.000, según la agencia de prensa oficial MAP- corearon consignas como "libertad, dignidad y justicia" y "menos poder para la monarquía". "Himma y Majidi, lárgate", también fue uno de los gritos más pronunciados en alusión al fundador del gobernante Partido Autenticidad y Modernidad y secretario personal de Mohamed VI.
Sin embargo, el bautizado como Día de la Dignidad transcurrió en otras ciudades como Tánger, Marraquech, Larache o Alhucemas con disturbios y enfrentamientos entre los manifestantes y la policía. En la ciudad de Alhucemas se vivieron las escenas más violentas, después de que un grupo de jóvenes incendiaran una comisaría y la sede del gobierno local. También atacaron la sede del partido Istiqlal, que lidera el primer ministro
Abás El Fasi. Los alborotadores fueron dispersados por las fuerzas de seguridad con gases lacrimógenos y balas de plástico, al igual que en Tánger, Marraquech y Larache, donde también grupos de jóvenes se enfrentaron a la policía tras prender vehículos y mobiliario urbano y lanzar piedras contra establecimientos extranjeros.
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