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Escritos en libertad: Entre comadrejas e hijos de puta

Escritos en libertad: Entre comadrejas e hijos de puta

martes 01 de febrero de 2011, 21:28h
Sabido es que las hormonas de los políticos se vuelven efervescentes cuando se acercan los procesos electorales. Hay antecedentes sobrados. Pero el que no sea novedoso, no significa que determinados comportamiento dejen de ser criticables. La última lección para no seguir su ejemplo nos la acaban de dar el viceportavoz del PSOE y la presidenta de la Diputación de León, a saber, Matías Llorente e Isabel Carrasco.

Los ánimos se encresparon cuando Llorente, aguerrido sindicalista de lo agrario y diputado provincial camino de convertirse en perpetuo, denunció en el último Pleno que la hija de la presidenta y su novio habían resultado favorecidos en la utilización de las pistas de esquí de San Isidro, instalaciones que pertenecen a todos los leoneses y cuya propiedad gestiona la Diputación. A más abundamiento, Llorente denunció también que la pareja sentimental de la presidenta había gozado de trato de favor en la misma estación de esquí. Desde el PP se han negado estas acusaciones y la estación dice tener facturas del pago del servicio. De paso, se ha recordado que Oscar López hace un año pidió 20 pases de favor para la estación de esquí, que por cierto le fueron denegados. 
 
El caso es que tras la intervención del portavoz socialista en el Pleno, la presidenta, a micrófono cerrado pero sin haberse levantado del sillón presidencial del salón de sesiones, según denuncia el propio Llorente, habría dicho textualmente: “Este tío es un hijo de puta”. Así que, días después, ya con micrófonos abiertos, Matías Llorente ha pedido una disculpa por haber mentado a su madre y al mismo tiempo ha calificado a Isabel Carrasco de comadreja y alimaña, a saber, en palabras del diputado socialista, nombre que corresponde a “esos animales pequeños que se arrastran y que en el campo se les considera alimañas”.

La polémica se extiende. Entran también en ella una veintena de alcaldesas del PP, quienes afirman que llamar comadreja a una mujer es un signo de machismo inaguantable, a lo que el propio Llorente ha contestado que para machismo, decir que la madre de uno es una puta. Y en esas están. Llorente ha dicho que pedirá disculpas por lo de comadreja cuando Isabel Carrasco haga lo mismo por mentar a su madre.
 
Seguramente para los ciudadanos comunes esto no pasa de ser más que puro teatro, aunque valleinclanesco, esperpéntico.

Es sabido que ni los jueces toman en consideración estos intercambios dialécticos cuando los protagonistas son polítgicos.. Muchos recordarán en León aquella sentencia que exculpó a Juan Morano, entonces alcalde, de haber recordado también a la madre de un concejal en los mismos términos. El juez sostuvo que en realidad no se refería a la madre, a la progenitora,  sino que se trataba de una expresión coloquial, de una “expresión celana”, recogía la sentencia, propia del lenguaje culto que utilizaba nuestro premio nobel Camilo José Cela.

Más allá de estas disquisiciones retóricas y de la baja consideración que los políticos como casta le merecen a los jueces, y a los ciudadanos en genera según las encuestas, parece evidente que esta forma de ejercer el debate ha de ser censurado. Observando estos comportamientos, uno no puede menos que pensar en esas maravillosas jornadas de puertas abiertas de las instituciones públicas que los políticos organizan habitualmente para que los ciudadanos se culturicen e interioricen más la democracia y la libertad de expresión. Sobre todo cuando los invitados son niños de los colegios, a los que, por lo visto estos días, se les oculta una parte del maravilloso juego de la disputa parlamentaria.

Pero qué edificante resulta la política. Y con qué denuedo algunos hacen méritos para que les botemos. Con “b” alta o de burro, naturalmente.

Fernando Aller. Periodista.
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