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Regreso del 'pujolismo'

martes 21 de diciembre de 2010, 07:59h
Con la presidencia de Artur Mas, regresa el pujolismo en la política catalana. Un pujolismo rejuvenecido y actualizado. Quizás es el mejor  elogio que se pueda hacer, por ahora y tras escuchar su discurso de investidura, al discípulo aplicado del expresidente Jordi Pujol.

Mas llega, finalmente, a la presidencia de la Generalitat, avalado por una amplia mayoría en las recientes elecciones autonómicas en las que la izquierda, globalmente, y el nacionalismo separatista sufrieron una debacle histórica. Por contra, el centro-derecha españolista catalán, representado por el Partido Popular, remontó ostensiblemente liderado por una mujer, Alicia Sánchez-Camacho. En resumen, en las urnas se impuso la moderación.

Y esta moderación se impuso en el discurso de Artur Mas, que, como buen líder, ha sabido captar el mensaje electoral. Como comenta Jordi Barbeta (La Vanguardia),  el proyecto político que ha presentado Artur Mas para su investidura como 129 President de la Generalitat, consiste básicamente en  una invitación urbi et orbi a que todo el mundo suba a su barco y se ponga a remar.
 
“Lo ha planteado, añade Barbeta, como la única manera que hará posible superar las dos crisis planteadas: la económica-financiera y la crisis de relación con el Estado español” Pero Mas “ha  pronunciado probablemente el discurso más  precavido de su vida”. Es decir, con ambición y realismo, a la vez. Al estilo de Jordi Pujol, que basculaba entre el “sueño nacionalista catalán” y el practicismo de negaciar lo posible con el gobierno de turno del Estado.

Lo que en campaña llamaba Concierto económico, a la vasca, ahora lo formula como un “pacto fiscal”con el Estado, como objetivo prioritario capaz de suscitar más consenso político y social, como ocurre siempre que se pide más dinero. Lo cual choca con la prioridad del independentismo, que opta por la ruptura pura y simple con España.

Pese a dar prioridad casi absoluta, a corto plazo, a sacar Catalunya de la crisis económica, en la medida de las posibilidades de las competencias transferidas, propone como gran idea-fuerza, a largo plazo, un proceso de  “transición nacional” en las relaciones con España, ya que cree que el Tribunal Constitucional, con su sentencia “contra el Estatut”, ha dejado sin efecto el “pacto constitucional entre Catalunya y España”, cortando toda posibilidad de que España evolucione hacia un Estado plurinacional o federal. Otra vez, por tanto, el pujolismo: la ambición nacionalista y el realismo práctico.

Con Artur Mas vuelve, actualizado y modernizado, el “catalanismo” de Prat de La Riba, y de la busguesía catalana. Y con ello, sin cerrar puertas al “sueño”, el practicismo de exprimir al máximo las posibilidades de lo que queda del Estatut y negociar como recuperar lo posible de lo que se perdió en el TC, idea motriz, hay que reconocerlo, del president socialista José Montilla.

Pujol ha hecho escuela, en las ideas de fondo y en el estilo de gobernar. Y Artur Mas es su discípulo más aventajado. Esto puede serenar Catalunya, pero también España. Los extremismos, que tanto asustan a las clases burguesas, han quedado muy marginados.


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