Escribo con cierta desilusión este post. Lo hago para reconocer una realidad, que me ha costado admitir durante mucho tiempo y que ha sido objeto de muchas discusiones en el ámbito personal. Generalizar siempre acarrea muchas injusticias, pero por más que algunos, entre los que me incluyo, queramos salirnos del estereotipo de madrileño prepotente (que no ve más allá de lo que sucede en su entorno) es complicado hacerlo cuando estamos rodeados de muchos otros, que se empeñan en seguir anclados en la España del parte nacional y el nodo. Y ese estereotipo de personaje, que por desgracia aún existe, aparece muchas veces en boca ajena como defensa de las críticas que, con justicia, se vierten desde Madrid.
¿Y qué tiene esto que ver con el turf? ¿Y porqué sales ahora con esto? Muy sencillo. No me gusta la campaña de acoso y derribo que se ha sustentado contra la temporada en Dos Hermanas. Me parece desmesurada. La entiendo porque la veo englobada en la situación de hastío que vive el turf en España. Pero desde Madrid no podemos permitirnos, me refiero a los aficionados, dar la espalda a todo lo que no se desarrolle en La Zarzuela. Y no por la memoria de los años de cierre (que también), sino porque para solucionar los problemas hay que hacerlo desde un punto de vista global.
Sin embargo, no me pareció normal que Juan Benjumea, presidente de Sevilla Turf, cometiera el error de tirar de estereotipos. Generalizar y dar con mala leche a los que el calificó de ‘pirómanos’. Además si lo hubiera lo que menos se debe hacer ante un fuego es avivarlo y extenderlo; “… y confiemos al menos en que, con este peculiar manejo de los valores, no los nomine para handicappers la sociedad rectora de nuestras carreras…” o “recuperar de golpe todos los fines fundacionales que redactó hace 170 años la nobleza de Madrid no para fomentar la cría nacional, sino para corretear por la Casa de Campo a los ojos de Isabel II”. A buen entendedor…
Lo que ha tratado de hacer el presidente de Sevilla Turf no es analizar sus problemas sino defenderse de los ataques y ver la realidad que a él le ha interesado. Lo ha hecho, repito, tirando de estereotipos. No digo que no existan (ya lo he reconocido en el primer párrafo) pero hay muchos aficionados en Madrid que pensamos que la temporada de Dos Hermanas es lo que es y no nos planteamos más. Buscamos, con o sin el acuerdo del señor Benjumea, que esto del turf sea un juego limpio. Que si hay botes por apuestas no acertadas o no cobradas se pongan en juego y revierten sobre quien las haya generado (ya tienen un caso con el trío de la quinta de este primer domingo). Que la competición se desarrolle en igualdad de condiciones. Que la pista no deje caballos en el camino por estar en malas condiciones. Que se cumplan los horarios y las condiciones de las carreras. Y algunas cosas más, que son ‘primero de carreras de caballos’ y que no tienen nada que ver con decirlas desde Sevilla, Madrid, Lasarte o Calatayud. Y en todo eso no hay pirómanos. Hay verdades. Y, por ejemplo, programar la Lototurf con una carrera de jockeys no profesionales es un error. Y completarla con caballos que seguramente terminen siendo baja de última hora para cobrar subvenciones es una tomadura de pelo. Y eso se llama así en Dos Hermanas, en La Zarzuela, en Lasarte o en Pernambuco.
Dicho esto también hay que ver Dos Hermanas como una temporada más, como en su día lo era Pineda, donde muchos caballos y preparadores tendrán su oportunidad de ganarse sus euros y los profesionales que lo deseen podrán seguir desarrollando su actividad. Sólo un necio que respondería al estereotipo de madrileño casposo, y anclado en el nodo, trataría de comparar Dos Hermanas con Madrid. A quién lo haga le recomendaría la lectura de la parábola de los talentos, ya que a buen seguro de puertas para fuera es un 'buen cristiano y español'.
Pero volvamos al turf y no seamos mal pensados que todos estamos en el mismo barco. En Andalucía, con un gran colonia de ingleses que viven todo el año en la Costa del Sol, el turf tiene una gran progresión y, hoy por hoy, sería de necios no tratar de aprovecharla. De ahí que unir Dos Hermanas y Mijas es algo que no tiene porque molestar a los aficionados del turf en Madrid y más cuando hay caballos y cuadras estabuladas todo el año en Andalucía. Además La Zarzuela es preciso que termine con sus obras y a lo mejor, soñemos, estos cuatro meses de cierre le permite una mayor celeridad para que en marzo nos encontremos con un Hipódromo y no con lo que hemos sufrido estos cinco años.
Echando la vista atrás recuerdo cuando el turf se iba tres meses a Pineda y la competición se detenía casi por completo hasta la llegada del Hándicap Opcional a últimos de febrero o primeros de marzo. No pasaba nada. En Madrid nos tenemos que preguntar si ahora Dos Hermanas y Mijas han progresado con respecto a lo que había en Pineda y si Madrid lo ha hecho con respecto a la antigua La Zarzuela.