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Entre 'academias' y ' peringundines': TANGO.

Entre "academias" y " peringundines": TANGO.

jueves 25 de noviembre de 2010, 21:45h

Alrededor de 1860-1870 en las proximidades de los puestos militares, los cuarteles de milicos argentinos y uruguayos había casas en las que se bailaban valses, mazurcas y chotis. En los descansos de la orquestita participan unos cantantes llamados milongueros que viviendo en los arrabales de las ciudades hacían sus canciones improvisadas y con ellas mantenían vivo el rico patrimonio musical del mundo rural.

Los asistentes a los bailes de las "chinas" iban "a la milonga", un nombre que significaba la entrada del mundo rural en el urbano, porque la milonga era la señal de identidad de los trovadores del campo, los payadores.

En las zonas portuarias de Buenos Aires, Montevideo y Rosario había establecimientos en los que los marineros extranjeros hacían demostración de sus bailes. Cerca de los muelles los marineros del Caribe dejaron las habaneras, danza con una fuerte carga erótica en su coreografía de cortes y quebradas. No hay duda que los cortes y quebradas son de raíz africana –presentes también en el candombe— y por lo tanto eran movimientos desconocidos en los bailes de las "chinas cuarteleras".

Las "academias" montevideanas.

El uruguayo Vicente Rossi es quien mejor describe, con precisión y buen estilo literario, el ambiente de las academias o salones de bailes públicos que surgen en Montevideo como consecuencia de la popularidad que rápidamente obtiene la milonga-danza, la milonga bailada. Uno de estos locales que menciona Rossi era el San Felipe que llevaba el subtítulo en la puerta de "Academia de baile" que luego fue la denominación general para este tipo de de salones en los que se bailaba la milonga. Rossi, en su famoso libro Cosas de Negros  de 1926 acerca una fecha que debemos tener en cuenta: "no son cosa antigua las ‘academias’: la última la San Felipe, se clausuró en 1899. Viven pues muchos que la conocieron sin sospechar que allí se incubaba el famoso Tango, entre mujeres de la peor facha, compadraje profesional temible y ambiente espeso de humo, polvo y tufo alcohólico" y con unas orquestas "que solían componerse de media docena de musicantes, generalmente criollos y virtuosos del oído, los más inspirados componían los bailables que habían de acreditar el local".

Los instrumentos eran en su mayoría de viento y no se utilizaba el acordeón, un instrumento que era común en los bailes del campo y también en Buenos Aires. El acordeón tuvo presencia en los peringundines argentinos por influencia de la masiva presencia emigrante italiana y fue precisamente el acordeón –antes de la llegada del bandoneón— el que abrió el camino para que el tango comience a ser llorón.

En Montevideo el tango era puro ritmo y quizás fuese aquí en esta ciudad donde por primera vez alguien hizo, en el medio de una milonga, un corte y una quebrada. Una suposición basada en que en la capital uruguaya algo quedó de los negros, no así en Buenos Aires. Pero las academias no eran sólo milonga, también se bailaban valses, polkas, mazurkas, chotis, pasodobles, siempre todos ellos bajo la técnica milonguera.

Los " peringundines" porteños
 
La voz peringundín o piringundín es motivo de debate, no hay acuerdo entre los investigadores del tango. Hay quien indica un origen genovés, otros francés (de una danza del Périgord: la périgordine) y otros encuentran su nacimiento en las orillas del porteño puerto del Riachuelo cuando hacen referencia a un paraguayo de apellido Piris y a un brasileño Gundín que eran marineros y tocaban la guitarra y el acordeón.

Pero ciertamente las cosas no van por ahí, la solución está en Galicia. Ni el apellido Piris es paraguayo ni Gundín es brasileño y resulta extraño que un gallego anduviese tocando el acordeón por las riberas platenses en estos años. Yo creo que estamos delante de un neologismo de indudable origen gallego. La tesis del Riachuelo indica que allí a orillas del río en el lugar llamado Tres Bocas del Riachuelo hubo desde 1873 un sencillo galpón de madera que hacía de boliche en el que se vendía pescado frito, chorizos asados y vino. Parece que el primer propietario fue un italiano que le llamaban Augusto. Luego, lo más probable es que comprase el comercio un gallego. Siendo el apellido Gundín, tipicamente gallego, como también lo es Guntín, el boliche fue comprado por el emigrante José Pérez Gundín. Así, por la fama de los bailes de este boliche  sin nombre rotulado, fueron los apellidos del propietario los utilizados para su identificación.

Un emigrante nuestro les proporciona al naciente tango uno de sus locales iniciáticos. Los boliches fueron siempre un sector comercial con mayoritaria presencia gallega por lo cual tenemos que reafirmar que nuestra emigración está en el nacimiento del tango y que fue un emigrante el que le dio la partida de bautismo al lugar de más fama de los sitios en los que se comenzó a bailar.

Los más famosos peringundines de Buenos Aires, los que tuvieron los clientes más selectos fueron locales llamados por el nombre de su propietaria, las casas de Laura (de Laurentina Montserrat) en Paraguay 2512 y de María la Vasca (de María Rangola) en Carlos Calvo 2721. De menor categoría estaban otros peringundines como los de la gringa Adela, de la vieja Eustaquia, de la china Rosa, de la gorda Esther, de la turca Leonor o de la gayega Julia.

Manuel Suárez Suárez
En aquella esquina rioplatense

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