La trampa política central instalada en el campo discursivo por el liberalismo consiste en divorciar a la economía de la política. No se trata de que las dos disciplinas se encuentren “entrelazadas”, no es eso. Es que cada vez que se toma una medida económica se instala una política, y cada medida política que se impulsa tiene, en casi todos los casos, una faceta económica que favorece o desfavorece a algún sector de la sociedad.
El querido compañero Kirchner lo sabía, por eso despidió a su “ministro de economía estrella”, Roberto Lavagna, diciéndole que las medidas económicas las decidía él y no su ministro “técnico” y afín con los intereses de las corporaciones multinacionales las cuales, usando a personajes como éste, habían logrado quedarse con el 83% de todas las ventas en Argentina y con el 90% de todos los beneficios.
Esta idea de que la Economía y la Política son dos compartimentos estancos, se basa en la genial propuesta de éxito del capitalismo, que propone un ascenso “sin tiempo”, donde la Usurocracia Dominante, o Imperialismo Internacional del Dinero, como lo llamó la Iglesia Católica antes de cambiar el Padrenuestro, despliega su política de dominación con objetivos, pero sin plazos.
En esto se diferencian de la democracia, donde todos los políticos tienen un plazo definido para ejercer el poder y límites muy precisos donde trabajar, mientras los empresarios, antiguamente llamados capitalistas, pueden ejercer, e incrementar el suyo, indefinidamente.
Esta estrategia liberal, buscando esta ampliación indefinida del poder, inventó el término “globalización”, que les ha servido para construir su sistema de cuasi monopolios mundiales: financieros, fabriles, mercantiles, de servicios, etc.
Siempre recalcando que ellos no hacen política. Para lograr estos éxitos usan dos recursos centrales: la formación de “profesionales”, de “economistas”, o sea, sus cuadros políticos, y la difusión de su mirada sobre los asuntos político-económicos por los medios de difusión masivos y especializados.
El primer recurso le permitió afirmar al famoso profesor de economía Paul Samuelson “No importa quién sea el que mande, mientras estudien por mis libros”, libros que lograron convencer a muchos cerebros despistados que existen entelequias tales como “La mano invisible del mercado”, o teorías delirantes como la de que primero hay que darle toda la riqueza a los ricos y luego estos “la derramarán” hacia abajo.
Estos saberes, afirmando la supuesta mayor “racionalidad” que traían consigo las “privatizaciones”, lograron imponer ideas como la de la extranjerización de las empresas nacionales, previo ablandamiento de la población con 30.000 desaparecidos.
Pero, en estos días, con el asesinato de un joven militante por parte de matones contratados por sindicalistas devenidos en capitalistas, se ha instalado en el centro de la escena otra patraña liberal: el concepto de “Tercerización”, una institución instalada por las empresas extranjeras dominantes del espectro económico argentino, con la finalidad de incrementar sus ganancias en desmedro de los beneficios sociales logrados por largas luchas de la clase trabajadora (convenios colectivos, vacaciones, aguinaldo, etc.) y la elusión de sus obligaciones fiscales (aportes jubilatorios, impuestos a las ganancias, etc.).
Podemos seguir enumerando las “mentiras organizadas”, en forma de “conceptos económicos”, tales como el pedido de “Seguridad Jurídica”, que surge después de voltear por un bando militar la Constitución Peronista de 1949, y modificar la ya muy liberal constitución de 1853 mediante el espurio Pacto de Olivos entre Menem y Alfonsín, para poner las leyes argentinas subordinadas a los infames pactos firmados en los Tratados de Madrid y de Londres por Domingo Cavallo.
Las grandes medidas económicas adoptadas por Néstor Kirchner como Presidente de los Argentinos tendieron a desmantelar ese tramado del liberalismo que había logrado, por ejemplo: Apoderarse de los ahorros de los trabajadores de los argentinos mediante las AFJP; desmantelar el sistema de Seguros eliminando el Instituto de Reaseguros, después de haber desmantelado a todo el sistema de Cooperativas de Crédito; dejar sin trabajo a la mayor parte de los agricultores argentinos con la agricultura masiva, que además de envenenar a la Naturaleza contradice sus leyes, que siempre rigieron la actividad agropecuaria, ahora sustituidas por la subordinación de la agricultura a los ciclos financieros, y no a los ambientales.
Por otra parte, el liberalismo desmanteló el sistema de saberes propio de los argentinos, expulsando y amedrantando a nuestros pensadores, mientras que durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner se han incrementado en forma extraordinaria los ingresos de los profesores e investigadores científicos y técnicos que, en lugar de emigrar, ahora vuelven.
Además se posibilitó que los niños pobres volvieran a la escuela, gracias al subsidio por hijo. Pero apenas aparece la posibilidad de repartir una mínima parte de las enormes ganancias que las empresas multinacionales obtienen de los bolsillos de los argentinos, los que escriben en los medios del Poder Económico publican que estos “empresarios” insultan a los trabajadores diciéndoles que “Están cebados” como si fueran animales salvajes.
Mientras, otra de las bandas del Poder Económico, los especuladores de las inmobiliarias, han conseguido enriquecerse sin poner nada, haciendo que la mayor parte de los argentinos no tengan la menor posibilidad de acceder a una vivienda digna, privilegio que ha quedado sólo al alcance de aquellos que se mueven en el mundo de los negocios, pero cuyos precios dolarizados han dejado fuera del alcance de casi todos aquellos que viven de un sueldo la posibilidad de comprar, y aún, alquilar el más mínimo departamento.
En el campo nacional y popular es mucho lo hecho, pero todavía falta mucho para recuperar totalmente la soberanía política, la independencia económica y la justicia social, los tres rubros principales de la actividad política patriótica de nuestra época.
Néstor Kirchner deja una gran obra: en lo nacional es mucho lo que ha avanzado, y esa es una gran tarea que Cristina la ha incrementado, y la proseguirá en su próximo período presidencial. Néstor Kirchner ha demostrado la eficacia de su gestión como secretario general de la Unasur, con su estrategia de respuesta inmediata ante el ataque imperial contra el presidente de Ecuador, mostrando el camino para los otros miembros de la Unión Suramericana. En este campo, su muerte prematura deja un vacío que no será fácil de llenar.
Walter Moore
Economista e investigador.