Zapatero no necesitaba conservar la cuota ministerial socialista catalana porque el posible cabreo de la calle Nicaragua no pasará de ser una tormenta pasajera. En lo sustancial, el PSC piensa y vota como el PSOE y nunca se desmarca. De modo que, ¿para qué premiar al partido hermano que pretende ser autónomo de cara a la galería, pero que acaba plegándose a los designios de la calle Ferraz?
La única voz catalana es Carme Chacón, que no diré que no sea socialista catalana pero por encima de todo se comporta como socialista española. Y que entró en el gobierno como cuota femenina en estado de embarazo. Como una foto del talante zapaterista. Ya pertenecía a la ejecutiva federal antes de ser ministra y representa a ese aparato. Normal en un momento en que el Gobierno acumula al secretario general del partido (Zapatero), al presidente (Manuel Chaves), al vicesecretario general (José Blanco) y que ahora promociona a la hasta ahora secretaria de organización (Leire Pajín). Más acúmulo de aparato, imposible.
Si Zapatero hubiera querido regalar un triunfo al PSC en vísperas de los comicios del 28-N se habría llevado a Marina Geli a Sanidad, o a cualquier otro representante del ala catalanista, que haberla hayla, aunque quede cortocircuitada por los intereses superiores de la patria española. Pero al presidente no le hacía ninguna falta porque los 25 diputados socialistas de las cuatro circunscripciones catalanas los tiene en el zurrón desde siempre. Devolviendo a Corbacho a Cataluña le reserva por si tiene que reconducir el partido según cómo les vayan las elecciones a Montilla. Un partido más PSOE y menos PSC, claro está.
Rosa Aguilar representa la cuota andaluza –sumada a la de Chaves y para compensar la baja de Bibiana Aído- , Ramón Jáuregui, la de Euskadi, Leire Pajín aporta el acento valenciano…, ¿y la de Cataluña? Chacón podrá autocandidatearse para presidenta pero Rubalcaba le pasa varios cuerpos cuando los corredores inician la penúltima vuelta del medio fondo. El flamante vicepresidente ocupará la portavocía del Gobierno, un cometido que ya ejerció con éxito con Felipe González en los tiempos difíciles de esquivar las preguntas sobre los GAL.
El PSC ha perdido en el nuevo reparto del cartapacio ministerial. ¿Por qué queríamos que hubiera más ministros catalanes? ¿Y para hacer qué? Un día de estos explicaremos para lo poco que han servido.