Zapatero compareció este miércoles, por primera vez en esta legislatura, para informar de las funciones y la duración de la misión de las tropas españolas en Afganistán.
De ambas cosas poco se sacó en claro, salvo la obviedad de que los soldados allí desplegados realizan su trabajo en un escenario de conflicto y violencia y que corren riesgos ciertos para su vida e integridad. En cuanto al regreso definitivo del contingente, lo que quedó claro es que solo se hará cuando, de forma conjunta, lo decidan todos los países allí desplegados.
Pero, una vez más, la inicial preocupación del líder de la oposición fue la descripción semántica del escenario de la misión militar
. Rajoy necesita saber si las tropas españolas participan en una misión de guerra tanto como Zapatero precisa desmentirlo.
Y en esa esgrima verbal se fue gran parte del debate. No es baladí la cuestión. Al PP
todavía le escuece la guerra de Irak, las acusaciones de que
Aznar envió las tropas a una guerra sin consenso internacional y sin cobertura legal. Aunque ni las circunstancias jurídicas ni de respaldo de la ONU son las mismas; y pese a que las fuerzas españolas están en Afganistán por orden también de Aznar, Rajoy necesita sacarse la espina demostrando que Zapatero también tiene una guerra a sus espaldas.
Por la misma razón, el Presidente del Gobierno, que ha agotado el diccionario de sinónimos, describió el destino de las tropas de "escenario bélico". Todo un arte en no llamar a las cosas por su nombre.
Si reconoció que en la operación han perdido la vida noventa y tres militares españoles, entre ellos las víctimas del accidente del Yak 42 de infausto recuerdo. El coste, desde 2002, asciende a más de dos mil millones de euros.
Quedó pues claro que, pese a que la sociedad española asiste con cierta conmoción a las despedidas de los contingentes de relevo que parten para el escenario del conflicto, el Gobierno no va a tomar una decisión unilateral, como han hecho Holanda o Canadá, de retirar las tropas, ante la falta de resultados de la misión con la población civil.
El objetivo de los militares y guardias civiles desplegados en Afganistán era, según el mandato de Naciones Unidas, una labor de reconstrucción, de apoyo a la sociedad civil y de formación del ejército y la policía afgana.
La labor de reconstrucción hace ya mucho tiempo que no puede ser llevada a cabo por los soldados allí destinados, amenazados permanentemente y hostigados por los insurgentes talibanes. Falta información sobre si se avanza en la formación de las fuerzas de seguridad que permitiría hacer el traspaso de poder. En ello estaban los dos últimos guardias civiles asesinados. Escenario bélico o guerra, la misión no puede ser interminable.
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