No sé si compadecerme o ignorar a quien supone hacer una aguda crítica mediática a la prensa ecuatoriana y reduce su comentario a ironías, adjetivos calificativos y argumentos manidos.
No sé si quienes pretenden hacer “observatorios” o “veedurías” (palabras de moda) de los medios deban autoproclamarse como gestores de una actitud analítica “para mejorar los medios y volverlos más democráticos”.
No sé. Ni pretendo saberlo. Ni me interesa. Pero esta vez decido no ignorar y, en términos populares, frentear.
Por eso, desde este blog, donde intento ser transparente y ético, reinvindico el derecho de los periodistas que trabajamos en los medios no solamente a la duda, sino también al error.
Pero, sobre todo, a la valentía de decirlo en voz alta, no con eufemismos. A la actitud de contar, en este blog, lo que nos ocurre en el día a día.
¿Los académicos o seudo académicos cuentan en sus blogs (si los tienen) sus avatares, sus dudas, sus errores? No. Seguramente porque nunca se equivocan.
Porque los que nunca se equivocan están del otro lado.
Del lado de los presuntos observatorios, de las supuestas veedurías, de los espacios “científicos” donde tiran piedras desde afuera los que desde adentro no fueron capaces de jugarse por construir el periodismo ladrillo a ladrillo.
No acepto que lancen piedras los académicos que reniegan de los medios y disfrazan sus resentimientos con presuntas teorías novedosas y con una o dos citas sacadas de contexto.
A mí que me critiquen los lectores.
Si (
No(
