Una de las noticias importantes de la semana pasada fue la salida del franciscano
Joxe Arregui de la orden en la que había vivido hasta sus enfrentamientos con el nuevo obispo donostiarra
José Ignacio Munilla.
El pasado domingo Deia le hacía una entrevista a doble página.
Jorge Napal sacaba de él importantes consideraciones pero había una que me llamó poderosamente la atención. Tras el asesinato de 16 sacerdotes vascos por la Cruzada franquista, había sido una reivindicación de todos los vencidos de aquella guerra que la Jerarquía reconociera
aquella atrocidad pero nunca se habla logrado mover una pestaña de una Conferencia Episcopal sorda, ciega y muda que jamás había pedido perdón por la Carta Colectiva del Episcopado español apoyando la Santa Cruzada de Franco en 1936.
EI periodista le preguntó por ello y Joxe Arregi respondió lo siguiente:
“Sin duda. Con
Munilla se lleva a cabo una nueva línea eclesial y pastoral, también con planteamientos políticos de fondo. Son muy conocidas las palabras que dijo
Rouco el verano pasado. Uriarte pronunciaba una homilía en la misa de homenaje a los curas y religiosos asesinados por el franquismo. Después de aquella homilía, Rouco declaró lo siguiente: "Ésta será la última cagadita de
Uriarte". Poco antes había declarado que nunca más iba a haber un obispo nacionalista en el País Vasco. No es lo más importante, pero también ha existido, sin duda, esa dimensión política”. ¡Terrible!.