La primera acepción de la palabra huelga recogida por la RAE ― “espacio de tiempo en que alguien está sin trabajar”― es una definición que bien contextualizada también se puede aplicar a la situación laboral de los más de cuatro millones de personas que en España están en la actualidad en paro. Irónica coincidencia. Pero hoy, 29-S, aunque suene paradójico, lo importante no son las cuestiones semánticas, sino el significado de las mismas.
La huelga general del 29 de septiembre se plantea en contra de una reforma laboral que permite una mayor facilidad para despedir, y por tanto produce una mayor fragilidad para mantener el empleo. Pero, ¿Es ese realmente el problema laboral al que nos enfrentamos los españoles? Creo que no. Me parece, que más bien, la reforma laboral no permite de manera efectiva una mayor facilidad para contratar, y por tanto produce una mayor fragilidad para generar empleo dada la espiral de crisis.
Dicho esto me planteo si apoyar este “29-S, Así no”. No tengo claro si la huelga general de hoy es necesaria. Corrijo; creo que quiero decir que dudo que esta huelga general sea útil, que no es lo mismo. La cuestión es si ¿Huelga la huelga? Creo que la respuesta a este interrogante es afirmativa. Me sobra la huelga. Es la primera vez que vivo como trabajador un acontecimiento como este y me parece que dadas las circunstancias no voy a dejar de trabajar hoy. Vaya por delante que soy autónomo, cuestión en la que no voy a profundizar hoy, ya que la situación de estos trabajadores se merece un artículo en exclusiva. Ni los argumentos de los sindicalistas, ni el de los empresarios, ni el de los políticos me han convencido para hacer o no huelga. Como periodista podría excusarme aseverando que no secundaré el paro en pro de mi deber de informar, pero lo cierto es que lo hago porque creo que no va a servir de nada. De lo que sí estoy seguro es que España no se puede permitir la pérdida económica que supone para el PIB del país esta jornada. He leído que hasta 5.000 millones de euros.
La huelga general va a ser poco efectiva porque contra quienes va dirigida, y también los líderes que la convocan, no tienen lo que hay que tener para buscar soluciones efectivas a la actual coyuntura. Llevamos más de tres años hablando de planes y medidas que parecen algo y luego se quedan en agua de borrajas. Tanto por unos como otros. Todos ellos, por cierto, culpables de que hoy 29 de septiembre eso del diálogo social deje de referirse a lo que es por definición. De todos modos, a estas alturas de la coyuntura económica que se sufre del concepto que deberíamos hablar no es ni de huelga ni de diálogo social, sino de comicios ― “elecciones para designar cargos políticos”, también según la RAE―, una palabra a la que si sumamos el adjetivo nacionales, la expresión que se deriva además de significado tendría bastante más sentido...
Álvaro Gago. Director de Diariocrítico Castilla y León