Una de las cosas que Palmer dijo ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de su país fue que la moral de los militares venezolanos era "considerablemente baja, particularmente debido a designaciones orientadas por lo político".
La afirmación del diplomático formó parte de las respuestas que dio a un cuestionario de 12 preguntas que los senadores le formularon para evaluar su idoneidad como nuevo embajador.
Poco antes de que el mandatario venezolano se pronunciara al respecto, el Ministerio de Relaciones Exteriores emitió una nota donde se indica que "ha solicitado explicaciones al Gobierno de los Estados Unidos antes de tomar una decisión definitiva sobre este asunto".
Tras remarcar que lo declarado por Palmer "constituye un serio precedente de injerencia e intervencionismo para alguien que ni siquiera ha pisado el territorio venezolano", la nota oficial de Venezuela dijo que "se encuentra evaluando las consecuencias de esta declaración inaceptable", la cual rechazó "enérgicamente en todas sus partes".
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, Philip Crowley, consideró "muy importante" tener un embajador en Caracas y manifestó su esperanza de que el gobierno de Hugo Chávez acepte las credenciales del nominado para el cargo, Larry Palmer, pese a la polémica desatada por unas declaraciones "injerencistas" del diplomático.
Su presencia es necesaria "para tener conversaciones directas con el gobierno venezolano, intentar clarificar cuestiones entre nosotros y mejorar nuestra relación", dijo en su rueda de prensa diaria.