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La broma de la selectividad

La broma de la selectividad

jueves 10 de junio de 2010, 14:55h

Pese a la huelga de los funcionarios, miles de universitarios, y sus respectivos padres, es decir un montón de gente, están pasando estos días “el susto” de la selectividad. Es susto porque los chavales, acostumbrados a la evaluación continua –más bien poca, y a los profesores y ambiente conocidos, acuden por primera vez a la Universidad y se juegan todo su futuro universitario a una carta. Pero con comillas, porque aprueban 9,3 de cada 10 alumnos, es decir que no selecciona prácticamente nada, y un 82 por ciento de los centros exigen una media inferior a seis para entrar en ellos. Sólo un 6 por ciento exige un mínimo de siete. Es decir, es casi imposible suspender la selectividad y la criba que se hace para entrar en la Universidad –unos estudios que se financian en un 90 por ciento con nuestros impuestos, tengan o no recursos los que acceden a ellos- es de chiste. Seguramente es más fácil iniciar estudios universitarios que aprobar el examen del carné de conducir. Si, además, los aspirantes a universitarios llegaran excelentemente preparados, no habría nada que objetar. Pero cada año baja el nivel porque donde está el fallo en es la enseñanza obligatoria.

Y este año, han puesto las cosas aún más fáciles. Se han suprimido dos exámenes y una nota media de 5 en cuatro pruebas da acceso a la Universidad. La Universidad debería ser el lugar al que acuden los mejores estudiantes, pero de hecho es el lugar al que acuden todos los estudiantes que pueden permitirse no trabajar. Tenemos millón y medio de universitarios y poco más de 500.000 estudiantes de Formación Profesional. Para tener un modelo productivo eficiente y competitivo, seguramente tendría que ser al revés. Pero las cosas son como son.  Lo que está claro es que una prueba como ésta debería ser un filtro real para que lleguen a la Universidad los que se lo han ganado, porque ni es una enseñanza obligatoria ni debería ser, como prácticamente lo es, gratuita. Especialmente en situaciones de crisis como las que tenemosMuchas Universidades van a tener que reducir sus presupuestos en torno al 30 por ciento y despedir profesores en torno a un 20 por ciento. Tal vez de ello tenga la culpa, entre otras cosas, que como ha dicho el secretario general de Universidades, Marius Ribalta, “el crecimiento de centros y estudios era un cáncer “que no iba a ningún sitio”. ¿Y ahora se dan cuenta? Para tener una Universidad de calidad –no digo de excelencia-, competitiva, socialmente responsable, pero internacionalmente potente”, como dice Rubiralta dice que “sabemos cómo debe ser”,hacen falta profesores de calidad y alumnos capaces de aprender lo que allí les van a enseñar. Con esta selectividad, a pesar del esfuerzo de muchos buenos estudiantes, no vamos a ninguna parte. Es como una manera de distraer a unos y a otros y hacer que hacemos. Pero no avanzamos. Cada año rebajamos el nivel para mantener activas y casi llenas las aulas universitarias.


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