Y quien no tiene la buena, la fetén, es porque no quiere. Sumando los resultados, los sabores y colores de los distintos estudios demoscópicos existentes, publicados o no, con ficha técnica o sin ella, de los que vemos y de aquellos en los que sólo se puede creer si se tiene fe, sabemos que no sabemos nada.
O sí. Que de un lado están todos los sondeos de los medios de comunicación que apuntan a que el PP pierde fuerza electoral y escaños y concejales, que el PSOE se mantiene con ligera tendencia al alza y que el PRC saca los mayores réditos de su presencia en el Gobierno.
En el otro extremo de la balanza la solitaria encuesta partidaria de los populares que, como no podía ser de otra manera, no sólo les mantiene los resultados alcanzados hace cuatro años, cuando gobernaban en Cantabria y en España, sino que los mejoran.
Tal ataque de triunfalismo no ha sido precisamente muy bien recibido por algunos de estrategas populares. Porque, dicen, si las cosas van tan bien el mensaje que se transmite a los votantes es que ya no es necesario volcarse en las urnas. Y la posibilidad, no de mejorar, ni siquiera de mantenerse, sino de no sufrir una deshonrosa derrota radica, según algunos dirigentes del PP, en movilizar al máximo el voto conservador.
Nacho Diego tiene la difícil tarea de evitar un desfondamiento electoral en las autonómicas. Algunos de sus colaboradores firmarían hoy por no perder más de dos escaños. Con ese resultado, aunque negativo, habría posibilidades de tener 14 concejales en Santander, lo que le daría la mayoría absoluta y la posibilidad de mantener la alcaldía.
Porque el debate a día de hoy no es tanto qué se gana, ni qué se pierde, sino si la previsible perdida de votos es tal que el PP no puede mantener la alcaldía de la capital de Cantabria.
Si fuera así la crisis en la formación conservadora sería inevitable, abriendo un debate sobre responsabilidades que se cobraría como víctima propiciatoria a Diego. Por edad, apoyos nacionales y trayectoria, parece probable que a Iñigo De la Serna se le concediera una segunda oportunidad, que el actual presidente regional del PP no tendría.