Como contábamos con ocasión del relevo que tomará el Príncipe don
Felipe para entregar la Copa del Rey este miércoles en la final ante el Sevilla y el Atlético de Madrid, los tiempos están cambiando en la Casa Real. Los españoles se van acostumbrando, dicen los expertos en cubrir la Zarzuela, a estos escenarios en los que el monarca don
Juan Carlos se ausente, aunque esta vez sea por motivos de salud.
Lo decimos esta vez por la cena previa a la cumbre UE-América Latina y Caribe que se celebró en el Palacio Real de Madrid con el Príncipe como anfitrión ante los numerosos jefes de Estado. Don Felipe ha sido el encargado, desde hace años, de asistir a las tomas de posesión de los nuevos presidentes latinoamericanos, y ello le convierte en una figura más que reconocida y respetada por los mandatarios de aquel continente. No es tan conocido, sin embargo, en Europa, en la que los herederos de las coronas son, en general, jóvenes no tan bien preparados. El caso es que en esa cena de anoche, además del evidente cambio de anfitrión, se dio la circunstancia de que no se vieron trajes de gala. El protocolo fue especial y no se trató de una cena de gala como es habitual. Sí hubo besamanos, pero menos solemne. Y como novedad, aperitivo-cocktail previo para que todos los invitados pudieran intercambiar impresiones sin la rigidez del protocolo de la mesa de la cena. E insistimos: nada de trajes de largo, sino mucha solemnidad en el vestuario, como se vio por parte de los Príncipes de Asturias.
Si (
No(
