Mucho se ha escrito sobre los llamados 'mileuristas'. Es decir, personas que cobran al mes unos mil euros. Son datos de la Agencia Tributaria que han sorprendido y caído un mito. Hasta ahora se pensaba que estas personas eran sobre todo jóvenes formados, que viven en zonas urbanas y que o bien viven con sus padres o en pisos compartidos. Pues, nada que ver. Diecinueve millones de españoles ganan menos de mil euros brutos al mes. Los datos concuerdan con los ofrecidos hace unos días y que sitúan a España en los puestos de cola de toda la Unión Europea en salarios. También con los conocidos hace algo más de tiempo y que dejaban claro que en España hace varios años que está en caída el poder adquisitivo de los salarios. Porque no sólo es que los salarios son bajos sino que además la inflación se come una gran parte del salario disponible. Los productos que más están subiendo son los que forman la cesta de la compra habitual, digamos los costes fijos. No los que se pueden o no realizar.
Este asunto fue intencionadamente obviado por Rodríguez Zapatero aquel lunes que fue a la bolsa a hablar de su milagro económico y el índice se hundió. Pero, al margen de ese dato bursátil, es real que no dijo nada de los salarios, ni del poder adquisitivo de esos 19 millones de españoles que viven con menos de mil euros brutos al mes. ¿Dónde está entonces el mundo feliz de Zapatero? En las grandes empresas y en las grandes cifras, algunas como el PIB, que están contaminadas por la población. Si tomamos la renta per capita, España también está pero donde estaba hace apenas tres años, por la sencilla razón de que somos más y sin embargo no aumenta tanto la producción y no digamos la productividad.
Ya veremos cómo acaba, qué forma de solución adopta la burbuja inmobiliaria. Por lo pronto, de nuevo el 'Financial Times' comenta en sus páginas que es fruto de la exhuberancia irracional de los españoles. De algunos, digo yo. Hoy lo que más se está viendo para una mayoría de ciudadanos son dificultades para llegar a fin de mes, renegociación de créditos para alargar los plazos ante el miedo a no poder hacer frente a los pagos y menos alegría en general. Y todos rezando para que la crisis que se avecina no afecte de forma contundente al empleo.