Eran cerca de las seis de la tarde cuando finalmente Pablo Emilio Moncayo descendió del helicóptero que lo regresaba a la libertad. Inmediatamente su padre, Gustavo Moncayo, salió a correr en busca del reencuentro con su hijo, a quien no veía desde hace más de 12 años cuando las FARC lo secuestraron.
Tanta era la emoción de Moncayo padre, que el sargento viceprimero tuvo que hacerle una señal de “tómalo con calma”, luego millones de colombianos y de personas alrededor del mundo, fueron testigos de la felicidad de una familia que logró reunirse de nuevo.
Al presenciar las imágenes de regocijo, nadie se imaginaría que la liberación del secuestrado más antiguo de las FARC fue una historia de final feliz pero con comienzo menos afortunado.
Todo comenzó en abril del año pasado, cuando el grupo guerrillero informó de la intención de liberar a los dos uniformados Josué Daniel Calvo y Pablo Emilio Moncayo, y los restos del mayor de la Policía, Julián Guevara.
Desde entonces, el proceso para llegar a los acuerdos básicos fue todo un caos, y tras vueltas y vueltas que duraron casi un año, finalmente llegó el anhelado momento.
El primero en respirar la libertad fue el Josué Daniel Calvo, quien el domingo pasado fue recogido por la comisión humanitaria y ahora se encuentra en rigurosos exámenes médicos y con el acompañamiento de su familia.
Y como se había establecido anteriormente, el martes 30 de marzo el turno era para Moncayo; por ello, el día anterior, los helicópteros y la comisión humanitaria se alistaron con el fin de despegar hacia el lugar de la entrega a las ocho de la mañana; sin embargo, el día amaneció con lluvioso y los fuertes aguaceros que se apoderaron de la ciudad caqueteña, impidieron que los helicópteros despegaran a la hora prevista.
De esta forma, la incesante lluvia y el rápido pasar de las horas empezaron a aumentar la preocupación e incertidumbre de quienes esperaban que comenzara la operación y los rumores lograron afectar el ánimo de algunas persona. Hacia las 10 am se hablaba de que la operación estaba en un "punto de espera". Que en el lugar donde la guerrilla esperaba a la comisión con el militar secuestrado estaba lloviendo mucho más que en Florencia. Y que, incluso, todo podría cancelarse si el tiempo no mejoraba hacia el medio día.
Una hora después monseñor Leonardo Gómez Serna, representante de la Iglesia Católica en el proceso, llegó con el profesor Gustavo Moncayo y su familia, de quienes aseguró que se encontraban muy tranquilos pese al mal tiempo.
Minutos después, el comisionado para la paz Frank Pearl llegó hasta la pista del aeropuerto de Florencia Gustavo Artunduaga para decirle a los periodistas que el clima había mejorado y que los militares brasileños que conducirían en el helicóptero, acababan de informarle que ya podían partir hacia la selva para traer al sargento de regreso.
Y entonces apareció Piedad Córdoba vestida completamente de blanco, caminó a paso rápido hacia el Super Cougar que los llevaría a la zona de la liberación. No dio declaraciones, tan sólo se asomó por la ventana de la aeronave y saludó. Acompañándola estaban seis miembros de la tripulación de Brasil, dos delegados del CICR, un médico y monseñor Leonardo Gómez Serna.
Finalmente, a las 11:18 de la mañana, tras más de tres horas de incertidumbre, el helicóptero alzó vuelo. De inmediato, el padre del sargento, Gustavo Moncayo, su hija Yuri Tatiana y la mamá del oficial, Estela Cabrera, se fundieron en un abrazo en el que no faltaron las lágrimas.
Sin embargo ahí no pararon los imprevistos, pues a falta de comunicaciones con la tripulación del helicóptero, hora y media después del despegue el Gobierno anunció que no se tenía conocimiento del paradero de la aeronave, lo que generó una nueva incertidumbre.
Aproximadamente a la una de la tarde se informó que la comisión humanitaria ya había llegado al lugar de la entrega. En posteriores declaraciones de Córdoba, la senadora aseguró que antes de llegar a las coordenadas, la aeronave hizo una escala en la que se recogieron a dos guerrilleros, y luego sí partieron hacia la zona de liberación, en donde a su vez debieron esperar hora y media hasta que apareció Moncayo.
Así mismo la congresista aseguró que una de las causas de la demora fue la entrega de las coordenadas para el rescate de los restos del mayor Julián Ernesto Guevara, de los cuales informó que deberán ser analizados por la Fiscalía y Medicina Legal para su correspondiente identificación. Este proceso debe desarrollarse entre el miércoles y el viernes de esta semana.
Luego de más de dos horas en el lugar de la entrega, el helicóptero encargado de la movilidad despegó rumbo hacia Florencia con Moncayo como hombre libre.
A las 5:35 de la tarde finalmente la aeronave carreteó y se abrió la puerta para dar paso a Moncayo. La familia del sargento, incluida una hermana de cinco años a quien Pablo Emilio no conocía, le regalaron al uniformado claveles blancos en señal de paz. Minutos después el soldado se dirigió a los medios de comunicación.
En las horas de la noche, la familia Moncayo ya se encontraba en Bogotá.
Reacciones ante la libertad
Adolfo Beteta, vocero del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), aseguró que su institución “expresa su gran satisfacción de que ambas misiones humanitarias se hayan podido llevar a cabo con éxito gracias a los esfuerzos conjuntos del Gobierno y la Fuerzas Públicas de Colombia, del Gobierno de Brasil, de los miembros de la comisión de Colombianos y Colombinas por la Paz, de la Iglesia Católica, así como de las FARC -EP".
El funcionario agregó: "Como institución humanitaria, neutral, imparcial e independiente, el CICR reitera su disponibilidad, en cualquier momento, para facilitar la liberación de otras personas privadas de libertad, así como la entrega de los restos mortales del mayor de la Policía Julián Ernesto Guevara a su familia".
Por su parte, el presidente Álvaro Uribe Vélez se mostró alegre con el regreso del sargento Moncayo, le dio la bienvenida y agregó que "Colombia recibe con los brazos abiertos a quienes regresan del cautiverio y rechaza con la mayor firmeza a los secuestradores".
También expresó su gratitud "al Gobierno del Brasil; al Comité de la Cruz Roja Internacional; nuestra gratitud a la Iglesia Católica" y "al Alto Comisionado, por la tarea que han cumplido".
Córdoba, a través de su cuenta de Twitter, sólo relató que Pablo Emilio les había traído a sus familiares "una olla llena de carne" y "dos loritos". "Monseñor se dio el lujo de repartir rosarios y no hizo rezar a todos", concluyó la senadora al darle la palabra a Monseñor Leonardo Gómez Serna.
"Pablo Emilio está contento y feliz. Es un hombre de fe y oración", relató el prelado. "La paz también es una conquista humana. La comunidad pobre de la región pidió a la senadora que los tenga en cuenta, hemos insistió en la inversión social porque es la clave de todo", aseguró que la paz no es producto de la confrontación militar.
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