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Griñán contra Griñán

Griñán contra Griñán

martes 23 de marzo de 2010, 12:27h

Al presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, no hay quien lo entienda.  Al presentar, hace menos de año, a su primer Gobierno dijo que estaba “profundamente meditado”  y de la inclusión de Mar Moreno  en él, dijo que, como dirigente “competente y capaz, llevará la prioridad de las prioridades del Ejecutivo como es la Educación”. Además colocó a dos personas de su confianza en los puestos “políticos” claves: Antonio Ávila, en Presidencia, y al sociólogo Pérez Yruela como portavoz.

Aquella profunda meditación a solas consigo mismo, griñanismo en estado puro, resultó un fiasco. Ávila y Pérez Yruela tienen de “políticos” lo que un huevo de castaña. Hoy, el primero vuelve a su origen técnico, mediante una patada hacia arriba (consejería de Economía e Innovación) y el experimento Pérez Yruela, con patada hacia abajo, no ha pasado del laboratorio.

Otra griñanada, la desconocida Begoña Álvarez en Justicia, también ha pasado a peor vida (queda fuera del nuevo Gobierno). El ridículo monumental, con luz y taquígrafo,  en torno a la fosa de García Lorca, es la metáfora de su gestión: la Justicia por los suelos y ella escarbando en la tierra –sagrada- de la nada. Uff.

Y para cerrar el fracaso de la meditación de hace menos de un año, Mar Moreno, que ha durado menos en “la prioridad de las prioridades” que un cubito de hielo en el desierto.

Dicen los acólitos del griñanismo que el nuevo Gobierno, el que ha colocado a Mar Moreno donde quería Zapatero, al pie del cañón de la sucesión, está hecho a la medida de Griñán. Pero parece más lo contrario: el nuevo Gobierno está hecho, en su parte más jugosa, sin su sello auténtico, el pre-congresual. El del post-congreso del PSOE ya es un Griñán matizado por la púrpura del poder interno: con las cosas de comer no se juega y el partido no está para tonterías personales. Aquí se gobierna para ganar elecciones a troche y moche, no para lucir soberbias intelectuales, poses de renovación o  tijeretazos de austeridad en los cargos públicos que achiquen  el imperativo orgánico de 30 años del “colócame, colócame”. Eso es cosa de fachas, de la derecha reaccionaria y cavernícola, etc.,etc.

La marca Griñán la conformaba el trío Ávila-Martínez Aguayo- Pérez Yruela, más el aditivo colorista de Rosa Aguilar. Hoy, ese triunvirato, excepción del adosado cuché de la cordobesa, ha pasado a un plano secundario.

Con el nuevo Gobierno, Griñán se desautoriza a sí mismo. La profunda meditación resultó una frivolidad profunda y la “prioridad de prioridades” no era la Educación sino la transmisión política de la labor del Gobierno, el gran fracaso de las apuestas de Griñán. Ante su propio fiasco, ha tenido que recurrir a una  dirigente “capaz y competente” llamada Mar Moreno. Zapatero la quería de sucesora de Chaves. Ahora, la prioridad de Griñán será gestionar con ella su propia sucesión.

 A la postre, el congreso extraordinario ha servido más al futuro del PSOE que al de Griñán, que, con Moreno en la cúpula política del Gobierno, ha fechado la caducidad de su liderazgo.

La ascensión de Moreno y la laminación del chavesista Luis Pizarro a través de sus peones salientes del Ejecutivo (Martín Soler, Fernández y Cinta del Castillo) auguran otros tiempos en el PSOE, más allá del minuto y medio de gloria que le pueda quedar a Griñán: dos años para demostrar que, además de nombrar y cesar, equivocarse y rectificar,  enterrar a Chaves, poner al partido patas arriba, crear rencores (el gaditano González Cabaña), institucionalizar ingratitudes personales (a Chaves, a través de Martín Soler o del mismo Pizarro)  es capaz de gobernar Andalucía.

Resulta curioso que Griñán no haya hecho aún lo que se le encargó (presidir la Junta) y que haya hecho, precisamente, lo que no se le encargó cuando accedió a ese cargo en sustitución de Chaves: gestionar el socialismo. No exigió elecciones para lo primero, para presidir la Junta, pero sí la exigió para lo segundo, para liderar el PSOE. Lo primero, claro, es duro de pelar: depende de la voluntad de los andaluces, del voto libre de los ciudadanos.  Y lo segundo se pela en un santiamén: adhesión inquebrantable y el que se mueva no sale en el Boja….

 

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