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Un taxista asesino

Un taxista asesino

miércoles 17 de febrero de 2010, 14:22h
De Juana Chaos, el más cruel asesino de la banda terrorista ETA, el que nunca se ha arrepentido de su macabro historial de violencia, ni ha perdido perdón a las familias de los veinticinco seres humanos a los que asesinó vilmente, cree que uno puede reciclarse laboralmente y pasar de asesino a taxista como quien se reconvierte de fontanero en marmolista.

   De Juana quería conducir un taxi en Belfast y, ¡OH casualidad!,  al solicitar la licencia se le olvidó mencionar su pasado delictivo. Para el etarra los crímenes no dejan de ser un pasado laboral como otro cualquiera, pero un juez norirlandés si ha considerado que su pasado delictivo le incapacita para optar al taxi. O sea, que a De Juana, quiera o no, sus víctimas le van a acompañar el resto de su vida.

Porque ni la Justicia, la española o la europea, olvida los veinticinco asesinatos, ni la sociedad, la española o la europea, va a olvidar a sus víctimas.

   El etarra sigue en Belfast, en libertad vigilada, mientras un tribunal tramita la orden de extradición solicitada por el juez Eloy Velasco de la Audiencia Nacional. La acusación, en este caso, dado que ya cumplió la pena por los asesinatos, es por un acto de exaltación del terrorismo el mismo día en que abandono la prisión tras la huelga de hambre que le llevó al hospital de San Sebastián.

   En la última vista en un tribunal de Belfast, en noviembre, el fiscal que defiende el criterio del juez de la Audiencia Nacional y considera que De Juana debe ser extraditado, alegó que su amenaza de emprender una nueva huelga de hambre suena a chantaje.

   Porque el etarra, que sabe de la rentabilidad de los largos ayunos, ha amenazado con volver a las andadas y cuenta además con el diagnóstico de un psiquiatra británico, según el cual "el pobre" De  Juana sufre estrés postraumático, depresión y agotamiento como secuela de los veintiún años de prisión.

   Su abogado defensor ha ido más lejos y ha declarado que el etarra corre el riesgo de suicidarse si vuelve a una cárcel española donde recibió torturas. Escuchar estas barbaridades en pleno siglo XXI,  frente a una banda terrorista con una ideología del XIX y cuando la policía sigue deteniendo "colegas" de De Juana que, incluso en bicicleta, con una pistola, van en busca de nuevas víctimas, suena a repugnante sarcasmo.

   Estrés postraumático, depresión, agotamiento, dolor insuperable, rabia, soledad es lo que sienten los hijos, las mujeres y los padres de aquellos a los que De Juana Chaos mató sin que se le quebrara la conciencia.
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