Muchas y muy importantes van a ser para la Unión Europea las consecuencias de haber logrado en los últimos días, que Irlanda y Polonia hayan ratificado el Tratado de Lisboa. Antes de haber sido proclamada su entrada en vigor, ya ha logrado un efecto colateral que no estaba explícitamente mencionado en el Tratado. En la Sección dedicada a la Seguridad y Defensa, puede leerse que ha introducido una cláusula nueva de solidaridad voluntaria a prestar: “Cuando un Estado miembro sea victima de un ataque terrorista o de una catástrofe natural o de origen humano”.
Pero no menciona, como es lógico, que un grupo paramilitar y disidente, de los existentes en Europa, como el denominado INLA “Ejército de Liberación Nacional Irlandés”, escindido del IRA, haya abandonado voluntariamente la lucha armada y se disuelva. Fundado en 1975 adquirió notoriedad con el asesinato en 1979, en Londres, de un estrecho colaborador de la primera ministra Margaret Thatcher. Se calcula que el INLA tiene en su haber más de 150 muertos. Que los movimientos terroristas internos de Europa desaparezcan, como el IRA, el INLA y el todavía pendiente ETA, es fundamental para la Seguridad continental, pues sigue activo Al Qaeda que ha amenazado a Europa reiteradamente y ha cometido gravísimos atentados.
La Guía sobre el Tratado de Lisboa nos muestra lo mucho que el Tratado va a repercutir en la vida de los Estados y de los casi 500 millones de ciudadanos europeos, partiendo de la situación de hoy: “En la actualidad, los miembros de la UE disfrutan de abundantes beneficios: un mercado libre con una divisa que facilita el comercio y lo hace más eficiente, la creación de millones de puestos de trabajo, la mejora de los derechos de los trabajadores, la libre circulación de personas y un medio ambiente más limpio”.
Las normas actuales fueron creadas para una UE más pequeña, sin desafíos planetarios: cambio climático, recesión mundial, delincuencia transfronteriza, y multilateralismo, entre otros. La Unión Europea tiene que transformarse para ser eficaz en el siglo XXI. La situación geopolítica internacional le exige una mayor eficacia y adoptar decisiones más complejas y rápidas. Los Estados Miembros es preciso le cedan más coeficiente de soberanía a la UE, para que pueda actuar como lo que es, una Gran Potencia a nivel de los Estados Continente actuales: Estados Unidos, Rusia, China e India.
Pero el principio democrático de la Subsidiaridad “Tratar de gobernar cada vez más cerca de los ciudadanos”, que ha dado tan buenos resultados en todas partes y la logrado transformar Comunidades, Regiones, Ciudades y Pueblos, no puede dejar de mantenerse e incluso incrementarse. Por ello, los Estados Nación deben también continuar cediendo soberanía hacia abajo: Que lo que puede hacer el Ayuntamiento no lo haga la Comunidad o Región. Que lo que estas pueden hacer, no lo ejecute el Estado Nación. Esto exige una gran evolución mental especialmente en la clase política. El Estado Nación lleva existiendo desde los años 1500, como fruto de las exigencias geopolíticas que los Estados Feudales no podían cumplir. Este cambio costó mucha sangre, muchas guerras. Ahora, el Proceso de Formación de la Unión Europea, se lleva a cabo en Paz, por medio de Tratados pero requiere un profundo cambio mental al unísono de la evolución continuada del mundo. Son 500 años de la existencia político-administrativa de los Estados Nación en Europa, y varios de ellos convertidos en Imperios, que descubrieron e impusieron sus culturas, hoy arraigadas en grandes espacios continentales. En los Estados Miembros lo están recordando cada día a sus ciudadanos, que se sienten más partidarios de su Nación, de sus equipos deportivos, de sus costumbres, alimentos, modos de vida, horarios, etc. Tiene que efectuarse una profunda trasformación que requiere tiempo, para que un ciudadano se sienta europeo, español, (francés, etc.), de su comunidad o región y por último de su pueblo o ciudad. Hay que dar el salto de sentirse europeo en el mundo de hoy. Todos llevamos documentos que nos acreditan como europeos (pasaporte, permiso de conducir, tarjeta sanitaria europea, matrículas del coche, etc.) pero ese sentimiento también debe estar en la mente y en el corazón, no solo en la cartera.
Es digno de admiración el “sentido común de los ciudadanos europeos, y su pragmatismo”. Ello les ha permitido darse cuenta de las características y de la situación del mundo de hoy, que tan acertadamente ha descrito la canciller alemana Ángela Merkel: “Solo unidos podremos preservar en el futuro nuestro ideal europeo de sociedad en beneficio de todos los ciudadanos y los Estados de la Unión Europea”,pues resulta cierto que cualquier Estado de la UE, actuando aisladamente tiene poco peso en las Relaciones Internacionales, en cambio todos juntos, representan lo que realmente es la UE una gran Potencia.
Lo que nos dice la Guía sobre el Tratado indica que el Consejo, el Parlamento y la Comisión Europea, han aprendido de las criticas formuladas a los Tratados en los últimos años “y que son conscientes de que la UE tiene potencial para enfrentarse a sus problemas y el compromiso de hacerlo, pero solo podrá conseguirlo si mejora su forma de trabajar”.
“El objetivo del Tratado de Lisboa, es hacer que la UE sea más democrática, eficiente y transparente, al tiempo que da a los ciudadanos y a los Parlamentos más información sobre lo que ocurre en la Unión y dota a Europa de una voz más clara y más fuerte en el mundo, protegiendo asimismo los intereses nacionales”.
“El Tratado establece la “iniciativa ciudadana”, gracias a la cual, aportando un millón de firmas, se puede invitar a la Comisión Europea a que presente nuevas propuestas legislativas”.
“Los Parlamentos nacionales de los respectivos estados miembros tendrán un papel más relevante a la hora de examinar la legislación de la UE antes de que sea aprobada; así se cerciorarán de que la UE no rebasa sus competencias en asuntos que deberían tratarse a nivel nacional o local. Las competencias del Parlamento Europeo aumentarán, y con ello los eurodiputados elegidos directamente por los ciudadanos tendrán más voz sobre una gama más amplia de asuntos. Contrariamente a lo previsto en el Tratado de Niza, actualmente vigente, la Comisión seguirá constituida por un Comisario de cada Estado Miembro”.
Estoy seguro que este Tratado cambiará la mentalidad de los europeos y estará vigente, hasta que una nueva situación internacional exija su revisión para ser actualizado, al igual que ha ocurrido con todos los anteriores: Tratado de Roma (1957), Acta Única Europea (1986), Tratado de Maastricht (1992), Tratado de Ámsterdam (1997), Tratado de Niza (2001).
¡La evolución en la vida es continua, en política también!