'Nulla die sine eventus'. Que no pase día sin ocurrencia. Este podría ser el lema de algunos de los ministros del Gobierno
Zapatero. Una de las últimas en llegar,
Ángeles González Sinde, parece que viene con la lección aprendida. Debuta con un proyecto chusco. Una futura Ley del Cine, que pretende subvencionar con mayor cuantía las películas realizadas por mujer que las dirigidas por varón.
Lo que en el neologuaje que rinde homenaje a
Orwell se conoce por "discriminación positiva".
González Sinde e
Ignasi Guardans, un caballero a
quien se le ve feliz y juguetón en su nueva encomienda, parece que han olvidado el Artículo 14 de la Constitución. Aquél que dice que los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Lo que proyectan podrían ser anticonstitucional, pero aún antes que de la Carta Magna, de donde se aleja, es del sentido común. Visto el cine que se hace en España- películas buenas, películas malas y auténticas naderías-, ¿por qué no dejar que sean los espectadores quienes decidan el premio, como ocurre, por cierto, con los libros el teatro o la música?
La experiencia nos dice que la mal llamada "cultura de la subvención" convierte a los directores y productores de cine en pequeños propietarios culturales que se comportan como un sindicato que se reparte la bolsa de manera egoísta. Sí malo es que entre todos estemos subvencionando películas que luego no vamos al cine a ver; lo que definitivamente roza el surrealismo es la ocurrencia de la ciudadana ministra. Que profesionalmente pertenezca al minúsculo sector al que pretende beneficiar, añade una nota de despotismo impropia de quien ,desde la "izquierda caviar", ha construido su fama flameando la bandera de la igualdad. Al parecer ,lo mas nuevo , es en realidad, lo más viejo: todos somos iguales, pero algunos lo son mucho más que otros. Tengo para mi que ante semejante ocurrencia, mi añorada amiga
Pilar Miró habría dicho: ¡No¡.