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La primera convivencia

jueves 28 de mayo de 2009, 18:03h
Un piso de la Agencia para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor (ARRMI), dependiente de la Consejería de Presidencia, Justicia e Interior, hace las veces de 'hogar' para los jóvenes sujetos a medidas judiciales que no tienen una familia con quien pasar sus permisos de fin de semana. Para muchos es la primera vez que conviven en un entorno 'normalizado'.
Esperan con impaciencia el fin de semana. Por fin, llega el viernes: los recogen en el centro de reeducación y los llevan a casa, donde podrán disfrutar de las mismas actividades que cualquier adolescente de su edad. Y ello a pesar de que no tienen familia. Durante dos días, sus compañeros y varios educadores harán las veces de parientes; y el piso de la ARRMI, de hogar.

Los menores infractores que cumplen medidas de internamiento pueden disfrutar, si así lo autoriza el juez, de permisos de fin de semana, pero algunos no tienen a dónde ir.

"Era un verdadero problema: mientras sus compañeros se iban con sus familias, los menores no acompañados, o aquellos que por diversas razones no sea conveniente que vuelvan aún a sus casas siquiera por unos días [por ejemplo, los que cumplen medidas por delitos de maltrato familiar], ellos solo tenían dos opciones: quedarse en el centro sin poder disfrutar del permiso o dormir en una pensión. Eso no es normalizador", explica Susana de la Fuente, técnico del Área de Coordinación de Centros de la ARRMI y supervisora del piso.

Así que cuando se creó la agencia, su directora, Carmen Balfagón, buscó una alternativa mejor. Y se acabaron las pensiones. Desde hace un año y medio, existe el programa PROISO, un piso cedido por el IVIMA, con cinco plazas, para que estos jóvenes puedan disfrutar de sus fines de semana en un entorno agradable y 'familiar'.

Y no solo eso. Se trata de que aprendan pautas para cuando cumplan su medida judicial y se 'enfrenten al mundo' de nuevo. Ellos mismos van a la compra, limpian y cocinan. Comparten todo. "Para algunos, es su primera experiencia de convivencia", añade Nuria Palazuelos, coodinadora general de Intervención de Meridianos, entidad que gestiona el programa. "Es lo más parecido a lo que podrían tener en su casa", añade.

Hay unas normas. Cuando se les ofrece el recurso, los menores se comprometen a respetar las normas de convivencia y a participar en, al menos, dos actividades de ocio durante cada fin de semana. Van al cine, a ver exposiciones, de compras o a hacer deporte.

"Se les proponencuatro y casi siempre se apuntan a todas", apunta De la Fuente. Siempre acompañados por educadores, que al final del fin de semana remiten a sus centros un informe sobre el desarrollo de la experiencia.

Por este piso, que tiene cinco plazas, han pasado ya 25 chicas y 10 chicos. Incluso ha servido para que un menor que no tenía a dónde ir cuando cumplió la medida judicial pudiera quedarse hasta que encontró un trabajo.

Una ayuda inestimable para unos jóvenes que no tienen una familia en la que apoyarse. Por eso, y porque a veces tienen más demanda de la que pueden atender, la ARRMI se está planteando abrir otro piso dentro del programa PROISO. Para que ningún menor más se quede sin sus fines de semana.
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