El gran problema de Iberoamérica es que "no se habla de lo que se ve", los indígenas siguen marginados y las grandes empresas siguen marcando su ritmo a los Gobiernos, explicó el escritor portugués José Saramago en un debate en el que tuvo otra visión a la expuesta por el ministro de Asuntos Exteriores de España Miguel Ángel Moratinos. Se presentaron en el diálogo sobre "Derechos Humanos y Seguridad Jurídica" celebrado en la Casa de América, en Madrid, y moderado por el juez Baltasar Garzón,
El premio Nobel de Literatura de 1998 mostró una imagen pesimista de la realidad latinoamericana, en particular, y de la mundial, en general, frente al optimismo de Moratinos.
En Latinoamérica, "la evidencia del dominio del otro siempre ha sido clarísima, siempre", y esto "sigue siendo así ahora", afirmó Saramago, quien centró sus críticas en la difícil situación en la que aún se encuentran los pueblos indígenas en esa región del mundo, que, dijo, "clama a los cielos".
"A nadie le importa resolver el problema indígena. Se habla del problema indígena sencillamente para reconocer que está ahí, que existe, pero hacer algo...", aseguró el nobel.
Los indígenas, "todos ellos, son los dueños de la tierra americana" y "en 500 años los hemos reducido por la cultura que no era suya, por la religión que no era suya, por el idioma que no era suyo. Los hemos reducido a casi nada", aseveró.
El problema indígena "o se resuelve o América Latina no tiene solución", agregó el pensador.
Moratinos ofreció una imagen más alentadora de la política exterior y de las relaciones con Iberoamérica, destacando la labor de cooperación de España con esa zona del mundo, un "compromiso ético de gran valor" que sirve de bandera para el Gobierno socialista en el poder en este país.
"Los políticos tenemos que ser siempre optimistas", afirmó el jefe de la diplomacia española, para quien "lo que está ocurriendo en Latinoamérica, sucede en todo el mundo", pues en todas partes "hoy gobiernan muchos y desgobiernan muchos" también.
Iberoamérica debe ser juzgada con "otros parámetros" distintos a los utilizados hasta ahora, dijo Moratinos, que subrayó la mayor participación ciudadana y la subida al poder de gobiernos que, a pesar de ser criticados, como el del boliviano Evo Morales, sin embargo, han servido de equilibrio regional.
"Hoy, Latinoamérica está en mejor situación que lo estaba hace unas décadas", añadió.
Saramago, en cambio, se reafirmó en su escepticismo y criticó el inmenso poder de las grandes multinacionales económicas.
"La respuesta a la pregunta de quién manda en el mundo está en la reacción que el poder económico manifiesta cada vez que siente en peligro sus derechos", dijo el escritor, para quien "los Gobiernos auténticos que gobiernan el mundo no son democráticos".
En realidad, agregó, "la vida sigue por derroteros que de democráticos no tienen nada y donde la influencia de los ciudadanos es nula. Tenemos una fachada democrática pero no tenemos democracia".
Según Saramago, "los gobiernos permitieron que se los convirtiera en comisarios políticos del poder económico".
Moratinos rechazó esta aseveración -"yo no me siento comisario político de ningún poder económico", dijo- y destacó que han cambiado actualmente muchas cosas en el mundo.
"Yo soy optimista, renuncio a esa descripción fatalista y pesimista", pues, hoy día, los ciudadanos "tienen mayor capacidad de influencia que en el pasado".
Según el ministro de Exteriores español, "esos poderes económicos ya no pueden decidir o influir como lo hacían en el pasado. Es la nueva realidad".