Lo han querido tapar como dimisión. Pero en realidad, se ha consumado una destitución cantada, la del hasta ahora presidente de General Motors, Rick Wagoner. Se va, oficialmente, por sus pésimos resultados y su horrible gestión al frente de la automovilística, pero la realidad que hay detrás es otra. El mismísimo Obama ha presionado para que este dirigente dejara el cargo como condición 'sine qua non' para ayudar a la empresa en el rescate económico que está emprendiendo en el sector del automóvil. No es para menos, puesto que con Wagoner, en los últimos cuatro años, General Motors había registrado pérdidas de 82.000 millones de dólares y el Tesoro de Estados Unidos le tuvo que prestar de urgencia 13.400 a finales de 2008. Y no sólo eso: ante ese panorama de mala gestión, crisis económica y miles de despidos, a este individuo no le tembló el pulso en estos años para cobrar bonus por su cargo. Ahí está la clave...
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