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Más contaminación social

martes 13 de marzo de 2007, 12:24h

Niños y jóvenes están afectos de estas otras psicopatologías sociales.
.- Perder el contacto con la Naturaleza. El ser humano precisa estar en contacto con la naturaleza, es una parte de la misma. No es bueno que un niño esté encerrado en un hogar mirando fijamente a un artefacto que le bombardea continuamente con rayos catódicos. Es necesario que los niños salgan al campo y tengan contacto con los animales, con los bosques.

Hay que enseñar  a los niños y jóvenes a ser creativos, incentivando su curiosidad por la naturaleza. Hay infinidad de actividades para realizar (deportes, como senderismo, alpinismo, piragüismo..),convivir en ella haciendo acampadas, recoger sus frutos, cuidarla, contemplar su belleza, disfrutar de sus mares, de sus paisajes, aprender de los procesos naturales. La Naturaleza aporta posibilidad de aventuras y, por tanto, es un antídoto de la violencia juvenil que busca excitación.

Decía Heidegger que el peligro más grave en la historia humana es la sustitución de la Naturaleza por el mundo artificial. Claro que de seguir los devastadores incendios corremos ese riesgo. Y es que es posible también, y las noticias de forma continuada lo confirman, agredir a la naturaleza, talar los bosques, contaminar el aire y el agua, acabar con las especies animales.

Nos hace falta una ética individual, no sólo colectiva o de grupos (a veces de presión o manipulados). Tenemos que valorar como muy importante el mañana, educar a los hijos en el reciclado desde la propia casa, transmitir que para que la tierra de sus frutos, hay que regarla con el sudor humano, hacer que los niños hereden el sentido de pertenencia universal, de forma que defiendan todos los derechos humanos y aprecien lo más próximo, su “terruño” desde la valoración de la diversidad. La Naturaleza tiene un futuro que heredarán los nietos de nuestros nietos. Es en los niños, en su capacidad y sobre todo sensibilidad para entender lo que es el amor a los animales, a las plantas, al agua, a la naturaleza, que este mundo podrá tener una esperanza de continuidad real.

.- No incentivar la práctica del deporte. Un mundo cada vez más cómodo exige menos esfuerzo físico, casi reducido a lo digital, a la orden dada con la voz, conlleva lasitud. Hay que buscar el dominio de uno mismo, hay que educar en  el esfuerzo cotidiano, en el creciente fortalecimiento de la voluntad referida a todos los ámbitos, ya sean afectivos, intelectuales, deportivos, culturales, psicológicos o espirituales, hay que desarrollar el nivel de logro. El deporte es un magnífico hábito para aprenderlo. Además para alcanzar la estabilidad psicológica  se precisa el equilibrio físico. El deporte exige esfuerzo, constancia, aceptación de normas, capacidad para adaptarse a otros miembros del equipo o de los competidores. Llenará de contenido muchas horas de ocio de los hijos, los situará de forma sana ante la vida y propiciará las buenas amistades.

.- Proyectar que una imagen vale más que mil palabras. En nuestra era audiovisual no podemos olvidar que solo el ser humano posee el lenguaje. El mensaje audiovisual proporciona impresiones, mientras que la palabra y la letra impele a razonar. La elaboración del lenguaje, la posibilidad de comunicarnos, de escuchar lo que decimos y nos dicen, es la clave de nuestro todavía incipiente desarrollo. Es una forma de incentivar la capacidad crítica, de poder actuar.
.- Construir ciudades inhabitables, estresantes. Terrenos vallados donde se instalan guetos; calles sucias donde se arroja suciedad por las ventanas, donde los perros hacen sus necesidades, vehículos depredadores que ganan terreno, alarmas sonando, bocinas de automóviles, motocicletas sin silenciador....Hemos de hacer ciudades para los niños, donde ellos participen en la elaboración de los proyectos de la ciudad, para que la sientan suya mañana, para que comprendan que toda consecución tiene un coste, para que mejoren las políticas de transporte, de formación y educación.

Los niños han de poder salir de sus casas solos, que se pueda ir al colegio, al trabajo en bici, en transporte público o andando; hacer más favorable a los peatones la pavimentación y el mobiliario urbano; construir centros de reunión y plazas entendidas como espacios amplios, donde encontrarse niños, adultos y ancianos; que los niños tengan más espacios libres para jugar no homogeneizados; retomar el sentimiento de barrio, de vecino, que los comerciantes, los policías municipales sean referentes para los niños en casos de ayuda y necesidad. Hemos de urbanizar y humanizar las ciudades.

.- Imposibilidad de adquirir una vivienda. Si bien los hogares se han “democratizado” y son más permisivos, muchos jóvenes que empiezan a dejar de serlo, siguen conviviendo en casa de los padres. La dificultad para encontrar un trabajo fijo, en una perspectiva laboral donde proliferan los becarios no facilita que el joven pueda proporcionarse una autonomía, una integración laboral donde realizar la labor para la que se ha formado. Igualmente adquirir o alquilar una vivienda conlleva hipotecarse durante toda una vida.

Javier Urra es Psicólogo Forense del Tribunal Superior de Justicia de Madrid y Patrono de UNICEF

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