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De María Antonia Iglesias

¿Una terapia de la verdad en el País Vasco?

¿Una terapia de la verdad en el País Vasco?

lunes 16 de febrero de 2009, 17:51h
Sobre la base de treinta y dos testimonios en primera persona de algunas de las personalidades más influyentes de la reciente historia de Euskadi, María Antonia Iglesias ha compuesto un puzzle sobre la actual situación en el País Vasco. 'Memoria de Euskadi', un tomo de 1.093 páginas, es el último libro de la periodista gallega en el que cada uno de los entrevistados habla de su propia visión de los hechos, de la realidad que le tocó vivir, de sus experiencias personales, y todos vierten sus opiniones sobre temas que marcaron la realidad política y social de Euskadi.
Se echan en falta relatos, como el de Arnaldo Otegi o algún otro representante de la izquierda abertzale (la autora explica por qué no fueron o no quisieron ser entrevistados); también el de María San Gil (que ya había abandonado la política cuando se le requirió); y, cómo no, los de algunos a los que, desgraciadamente, ETA decidió arrebatarles la vida, como Gregorio Ordóñez o Fernando Buesa, que sin duda hubieran aportado muchas cosas relevantes a esta Memoria de Euskadi que nos presenta ahora María Antonia Iglesias. Pero están todos los demás hasta treinta y dos. Y todos son clave para entender lo que ha pasado en Euskadi en los últimos treinta años.

José Félix Azurmendi, Teo Uriarte, Marcelino Oreja, Carlos Garaikoetxea, Txiki Benegas, Ramón Jáuregui, José Ramón Recalde, José Antonio Ardanza, Juan Manuel Eguiagaray, Txema Montero, José Luis Corcuera, Rosa Díez, Maite Pagazaurtundua, Carlos Iturgaiz, Juan Mari Atutxa, Xabier Balza,  Juan Mari Ollora, Joseba Egibar, Javier Rojo, Nicolás Redondo, Patxi López, Jesús Eguiguren, Jaime Mayor Oreja, Leopoldo Barreda, Antonio Basagoiti, Regina Otaola, Juan José Ibarretxe, Xabier Arzalluz, Iñaki Anasagasti, Josu Jon Imaz, Íñigo Urkullu y Patxi Zabaleta. Todos ellos son la memoria de los vascos. Todos hablan de las mismas cosas y se duelen de las mismas heridas. Cuentan todo, hablan de todo, se dicen de todo, con una sinceridad que desconcierta.

Este libro es, en efecto, una sinfonía coral en la que hablan treinta y dos actores centrales de la reciente política vasca. No están todos los que son, pero todos los que están son imprescindibles para entender la historia reciente de Euskadi. Con esta publicación, María Antonia Iglesias nos ofrece un océano de información con el que es posible hacer mucha sociología histórica.

Del final del franquismo a nuestros días


Podemos circunscribir lo esencial de estos relatos a los últimos treinta años, con un recuerdo al final del franquismo, en particular al comienzo de ETA. En esos años, finales de los 50, los miembros de ETA no eran marxistas, como lo serían más adelante. Recuerda Arzalluz que eran cristianos, “gente de misa” que “tenían esa idea de que contra un régimen que se impone con las armas no había otra opción que responder también con las armas”. Así, de ser referente de la lucha antifranquista, con la Transición esto empezará a cambiar para mucha gente. Lo dice José Luis Corcuera en su relato, “la percepción de ETA, como alguien…que no trabaja para defender a los vascos ni a nadie, creo que empieza a partir de 1975…”. También Rosa Díez, en su relato, es un ejemplo de cómo ha evolucionado la percepción no solamente de ETA sino de la realidad vasca en general.

Por su parte, el testimonio de Patxi Zabaleta es clave para entender, desde dentro, los orígenes de HB y su dependencia de ETA. Josu Jon Imaz y Arzalluz también hablan de estos principios, de las históricas conversaciones que tuvieron lugar en Txiberta en 1977 y de cómo todos los que aceptaron entonces el camino de ETA se convirtieron en unos lacayos de la organización terrorista y de HB.

Del tiempo de la Transición hablan todos o casi todos, particularmente los que la vivieron de forma activa. Resalta el texto de Marcelino Oreja, donde relata desde lo que fue la UCD, cómo fue la Transición, el final de ETA político-militar, o la insistencia de que no se confunda al PNV con ETA. Josu Jon Imaz, rememorando aquellos tiempos, dirá que “desde el punto de vista político y democrático es mucho más sangrante el hecho de que ETA, cuando recrudece su terrorismo es cuando se instala la democracia”. Y es especialmente interesante el relato de Carlos Garaikoetxea que recuerda la cantidad de atentados que vivió como lehendakari (entre ochenta y noventa atentados al año).

También el GAL es recordado por algunos, por ejemplo, por Ramón Jáuregui, en uno de los textos mejor trazados y con más calado político de los treinta y dos que componen esta sinfonía coral. Txiki Benegas también rememora el daño que les causó el GAL y Juan Manuel Eguiagaray lo califica como el peor de los errores.

Con la muerte del Pacto de Ajuria Enea, la posterior del Plan Ardanza, la ruptura del Gobierno de coalición PNV-PSOE, la experiencia de Lizarra, el fracaso de la segunda tregua, o la victoria del nacionalismo vasco, bajo el liderazgo de Ibarretxe, a la que siguió toda una suerte de ilegalizaciones y exclusiones, entramos en otra fase de la historia política de Euskadi de la que todavía no hemos salido. En este libro hay imprescindibles testimonios de primera fila de este periodo, los últimos seis o siete años, en los que siendo cada vez ETA menos importante, sin embargo la fractura política entre nacionalistas y no nacionalistas es mayor. En este sentido, destaca el relato de Patxi López que dirá que “el PSE había valorado siempre que, al igual que el PNV no puede o no debe hacer política sin nosotros, nosotros no podemos hacer política sin el PNV”.

Declaraciones sin tapujos

Para algunos, uno de los grandes valores del libro de María Antonia Iglesias es que se dicen las cosas sin tapujos. Así, por ejemplo, Ibarretxe sostiene que “mientras el Gobierno español, esté quien esté al frente, ha estado dispuesto a hablar y a negociar, incluso a llegar a pactos con ETA, no lo está a hacerlo con las instituciones vascas o el lehendakari”. En su opinión, así es como ETA consigue su objetivo y éste será el referente. Pero también quedan patentes las trifulcas en el interior de los partidos. Valga como ejemplo el relato de Leopoldo Barreda, inmisericorde con María San Gil y Jaime Mayor Oreja, o el de Iñaki Anasagasti, que tampoco es tierno con Xabier Arzalluz y Joseba Egibar.

         La religión es otro de los temas que aborda el libro, el peso de la religión en el País Vasco. Patxi Zabaleta, Iturgaiz, Txema Montero o Mayor Oreja analizan este punto con coincidentes opiniones en cuanto a la politización de la Iglesia vasca  y su irrupción en el nacionalismo.

[María Antonia Iglesias se inició en la profesión periodística en el diario vespertino Informaciones. Colaboró en las revistas Tiempo e Interviú y fue redactora jefe de la agencia OTR. Asimismo ha sido directora de Informe semanal y de los Servicios Informativos de TVE. En la actualidad compagina su labor como analista política y entrevistadora de El País con colaboraciones en diferentes tertulias y programas de televisión].
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