martes 09 de diciembre de 2008, 21:09h
…und Spanien… Eso, Cataluña en el mundo y también en España. Es el último juguetito prenavideño del vicepresidente Josep Lluís Carod-Rovira, empeñado en hacer notar la presencia catalana –la de ese pequeño gran país del rincón nororiental de la Península Ibérica—desde allá donde nace el sol hasta su ocaso. El Estatut(o) en vigor lo permite, aunque sea ad cautelam, y hasta que se pronuncie el Tribunal Constitucional sobre el particular. No hay ningún tipo de ilegalidad en ello. Y es bueno que así sea. Mas, el sentido común, con o sin crisis económica, tiene mucho que decir en contra. En contra de esta vuelta de tuerca presupuestaria de la Generalitat, pero también en contra de las sucesivas actuaciones exteriores de todos los gobiernos anteriores que, desde 1979, han limitado la acción internacional de nuestro país, en los foros más económicos que políticos y también en los culturales, al habitual monolitismo, sin matices ni juegos de volumen, de España, una realidad diversa, plural y hasta rica, obviada por los inquilinos de la Moncloa. De la cicatería estatal, y no al revés, viene la juerga duplicante de Carod-Rovira. Y esto debe quedar meridianamente claro.
Todo lo demás, incluso la contabilidad que los voceros mediáticos hacen del hecho objetivo de los 60 viajes exteriores, en sólo cuatro años, de Ernest Benach, presidente del Parlamento de Cataluña. Viajes, huelga decirlo, que se han hecho a cargo de los presupuestos de la cámara legislativa del Principado. ¿Un exceso? Posiblemente sí, pero corresponde a los diputados catalanes, vía los reglamentos internos, el decidirlo o no. Benach ha estado, en los últimos 48 meses, en cuatro decenas de países. Seguro que, no obstante, al menos la mitad de las salidas están suficientemente justificadas. Aunque, para eso es el presidente, haya superado el número de viajes de los diputados que, dentro de todo el arco presente en el Parlamento de Cataluña, sin adscripción de matices (lo mismo ocurre en el Congreso y el Senado) se apuntan a estas giras que tienen mucho –demasiado, para ser exactos— de festivas y bastante menos de profesionales. Por decirlo de forma suave, son gajes, agradables gajes del oficio. Y la legislación vigente lo permite, dado el grado de discrecionalidad que otorga a los presidentes de los parlamentos autónomos.
En Cataluña, como en cualquier otra comunidad autónoma, tanto los viajes de los miembros de sus respectivos Ejecutivos, como los de las presidencias de sus Legislativos entran en el ejercicio de sus funciones institucionales. Y no hay cargo público que, en estas condiciones, sea cual sea su militancia política, se resista a hacerlas. Por suerte (para ellos) y quizá para algo de desgracia de las arcas públicas.
[Estrambote republicano: Carod-Rovira y Benach pertenecen a Esquerra Republicana de Catalunya y este largo puente han dado que hablar lo suyo. Pero no hay dos sin tres. Su conmilitón Joan Tardà, diputado en el Congreso, se ha subido él solito al candelabro. Para alguien al que Bono Martínez, presidente del Congreso, le ha calificado de persona “de carácter primario”, no está nada mal. Ese “¡Muera el Borbón!” del pasado sábado, 6 de diciembre, parece más el grito de un infiltrado de la Internacional Monárquica que el de un republicano consciente. Claro que el columnista –tan o más republicano como el del berrido-- le niega la mayor al primario diputado. Hombre, para una vez que en España tenemos un Borbón (Don Juan Carlos) que se comporta razonablemente al frente de la Institución no es cuestión de desearle la muerte, ni que sea hipotéticamente. El Rey, sin duda alguna, tendrá algunos fallos –la verdad, pocos—y hasta algunas trampitas, pero, aparte de la necesaria buena educación, que no está reñida ni con la firmeza ni con la coherencia republicana, en vista del último siglo de la historia de España, el único sentimiento que le inspira al columnista es el de invitarle, respetuosamente, a unas copas. Tardà, xato, no fotis!!!. O sea, no jodas, chato]