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Dureza para un duro juicio

Dureza para un duro juicio

jueves 15 de febrero de 2007, 21:45h

Javier Gómez Bermúdez, presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, ha marcado con claridad las líneas por las que va a dirigir el juicio del siglo, el de la matanza de Madrid: no va a permitir ninguna veleidad de las defensas, se va a ceñir estrictamente al reglamento y va a actuar con mano de hierro, como, por otra parte, requiere la ocasión. En la apertura del juicio lo ha sentido en su carne Endika Zulueta -a quien diferentes medios de comunicación señalan, de manera harto equivocada, como hermano de Arantza Zulueta, abogada de etarras, aunque bien es verdad que a ambos les une una cierta amistad-, quien incluso tartamudeaba al preguntar a su defendido, Rabei Osman El Sayed Ahmed “Mohamed el Egipcio”, ante la acerada mirada de un juez absolutamente intolerante con los ‘juegos de abogados’.

Acaso, Gómez Bermúdez ha actuado así consciente de lo que nos estamos jugando, y de lo que él mismo se juega. Presidiendo el tribunal del 11-M se ha convertido en ‘estrella’ mediática, política y social. Es su momento de mayor gloria, pero, cuidado, porque o su actuación es medida en todos sus pasos o puede ser también su gran caída.

No es fácil el papel de Gómez Bermúdez, a quien se le acaba de interponer el tercer recurso contra su nombramiento como presidente de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional. Ese recurso se tiene que ver el próximo día 20 por el Pleno de la Sala de lo Contencioso-Administrativo que preside Ramón Trillo, un magistrado conservador y perteneciente a la asociación Francisco de Vitoria. No se esperan sorpresas –ya fue dos veces recusado y nombrado tres-, pero quizá para algunos abogados de la defensa de los imputados por el 11-M su Presidencia de la sala podría ser cuestionada.

Pero no. Gómez Bermúdez se ha mostrado inflexible, quizá porque sabe que lo es que el juicio del siglo viene precedido de tal circo mediático que se ha intentado incluso desvirtuar el concepto de Justicia. Lo ha definido a la perfección Pilar Manjón, la madre de hijo asesinado que hizo llorar a los diputados de la Comisión de Investigación del 11-M, antes de la apertura: ni ácido bórico, ni dinitrotolueno, ni etarras ni nada de nada. Que empiece el juicio y que callen los conspiradores.

La sesión inaugural ha sido fría, tanto como el escenario montado, y emotiva, tanto como el sentimiento de las víctimas. No ha sido sorprendente que “Mohamed El Egipcio”, el supuesto ‘cerebro’ de la gran fechoría, se negara a responder ni al juez ni a las acusaciones. Está en su derecho constitucional, ése que le ampara a él también. Ni ha sido novedoso que sí respondiera, sin embargo, a las preguntas de su abogado defensor, Endika Zulueta. Sabido es que tu propio abogado no te hará preguntas comprometidas, sino todo lo contrario, y que buscará incluso requiebros legales para enturbiar el ambiente. Es su misión como abogado, pero también lo es la del juez la de impedir que se actúe torticeramente.

No es que Zulueta quisiera actuar así, pero por si acaso. No sea que al final “Mohamed El Egipcio” vaya a resultar un alma bendita, que tampoco lo es. Así, los duros cortes de Gómez Bermúdez a Zulueta han tenido una doble virtualidad: decir que ‘aquí no hay circo’ y marcar el camino a los que vienen detrás, que son otros 28.

Si acaso, una sorpresa. Esta afirmación de Rabei Osman: “Nunca he tenido ni inducido a ninguna persona ni a grupo de personas a que cometieran el atentado de Madrid”. Y una condena a los atentados de Madrid, de Londres y de Nueva York. Bueno, es lógico, teniendo en cuenta las circunstancia.

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