El Gobierno de Israel ha pasado a nueva fase en su ofensiva contra Hamás y ha dejado en jaque a la ciudad de Gaza: su población permanecerá sin suministros de todo tipo, además de agua o, luz, hasta que se entreguen a todos los rehenes secuestrados.
Además, ha dado orden de iniciar una nueva fase militar que será una ofensiva terrestre contra en enclave controlado por Hamás, dando 24 horas a la población que no quiera combatir para que abandone el lugar hacia el sur.

Tras conocerse la noticia a través de Naciones Unidas, diversas organizaciones humanitarias y los propios palestinos han explicado que es materialmente imposible dejar los hogares y el territorio en un plazo tan corto de tiempo, en el caso de que se quiera acceder a esa amenaza.
La ONU ve imposible este movimiento porque supone reubicar a "aproximadamente 1,1 millones de personas" y en el caso de que pudiera ser, tendría "consecuencias humanitarias devastadoras".
Egipto mantiene cerrada su frontera y afirma que no puede dar cabida a toda una posible salida masiva de palestinos de su territorio por el paso de Rafah.
Hamás ya ha respondido con que este aviso es "propaganda" israelí y pide a los gazatíes permanecer en sus hogares.
Irán exige a Estados Unidos que "controle a Israel" porque el conflicto podría tomar otra dimensión internacional si siguen los ataques indiscriminados y la ofensiva en otros paíes, como con las facciones radicales de Líbano, lideradas por Hezbolá.
Balance provisional de bajas
La nueva escalada de enfrentamientos en el conflicto israelí-palestino deja ya 1.200 muertos en Israel y 3.200 heridos.
Mientras, en Gaza, los bombardeos israelíes han dejado 1.500 muertes y más de 6.000 heridos.
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