Desde este domingo, las personas que ofrezcan servicios sexuales en Bélgica podrán firmar contratos de empleo formales y obtener derechos laborales equiparables a los de otras profesiones en un avance legal que algunos llaman una "revolución".
Una nueva ley que además de establecer derechos fundamentales para los trabajadores sexuales, incluye el derecho a rechazar clientes, a elegir sus prácticas y a detener un acto en cualquier momento. Esta medida sigue a la decisión del país en 2022 de despenalizar el trabajo sexual.
Asimismo, bajo las nuevas regulaciones, las personas que ofrezcan servicios sexuales tendrán acceso a seguro de salud, vacaciones pagadas, beneficios de maternidad, apoyo por desempleo y pensiones. Y la legislación también establece reglas sobre horarios de trabajo, salario y medidas de seguridad, abordando una brecha perpetuada en las protecciones legales para quienes trabajan en este sector.
"Este es un paso increíble hacia adelante", dijo Isabelle Jaramillo, coordinadora de 'Espace P', un grupo de defensa involucrado en la redacción de la legislación. "Significa que su profesión finalmente puede ser reconocida como legítima por el Estado belga", ha subrayado.
"Desde la perspectiva del empleador, esto también será una revolución. Tendrán que solicitar una autorización estatal para contratar trabajadores sexuales", dijo Jaramillo.
A lo que añadió: "Bajo la legislación anterior, contratar a alguien para el trabajo sexual automáticamente te convertía en un proxeneta, incluso si el arreglo era consensuado"”, dijo Jaramillo. "Ahora, tendrán que solicitar autorización estatal para contratar empleados".
Los empleadores ahora deben obtener autorización, adherirse a estrictos protocolos de seguridad y cumplir con requisitos de antecedentes, entre las que se encuentran no tener condenas previas por agresión sexual o tráfico de seres humanos. A su vez, deben proporcionar sábanas limpias, condones y productos de higiene, e instalar botones de emergencia en los lugares de trabajo.
Por otro lado, el trabajo sexual independiente seguirá permitido, aunque se penalizará la contratación por terceros no regulada o las violaciones al marco legal.
Sin embargo, para los críticos la ley no puede abordar completamente el estigma y los riesgos asociados al oficio, especialmente para aquellos que son indocumentados. Y también hay quienes arguyen que el comercio sexual causa tráfico, explotación y abuso, cosas que esta ley no evitará sino que acabará blanqueando, según diversas asociaciones.
"Todavía hay mucho trabajo por hacer", dijo Jaramillo, enfatizando la necesidad de una mejor capacitación policial y judicial para proteger a los trabajadores marginados.
Aunque países como Alemania y Holanda han legalizado el trabajo sexual, ninguno ha implementado protecciones laborales tan completas como Bélgica.
Ya funcionaban de una manera alegal
Hasta ahora, los bares de alterne y los salones de masajes eróticos de Bélgica funcionaban en una zona alegal, es decir, gris: las trabajadoras del sexo cobraban en efectivo o tenían contratos de camareras. Lo que se consideraba una puerta abierta a los abusos, según los partidarios de la ley.
"Sienta bien saber lo que está legalmente permitido, porque la cuestión siempre ha sido si hacíamos las cosas correctamente o no", dice Alexandra Moreels, propietaria de un salón erótico, al portal de noticias 'Euronews'.
"Obviamente, algunas mujeres se ven obligadas a aceptar clientes. Y por eso, para esas personas, es súper importante que se haya aprobado esta ley", explica Manon, trabajadora del sexo en Bélgica desde los 19 años, entrevistada por el citado medio. "Debe ser un trabajo que nos ofrezca los mismos derechos que a cualquier otra persona", añade.
Así que, al despenalizar ciertas formas de proxenetismo, el Gobierno pretende imponer normas claras al sector, crear estatutos adaptados a los aspectos específicos y únicos del trabajo sexual y garantizar el acceso a las prestaciones de desempleo, el seguro de enfermedad y la baja por maternidad.
Para contratar legalmente, los empresarios ahora deben comprobar los antecedentes penales, obtener una autorización para operar y tener su sede en Bélgica. También deben respetar el derecho de sus empleados a rechazar a un cliente y a interrumpir un acto sexual en cualquier momento.
La cadena británica 'BBC' ha podido hablar con una prostituta llamada Sophie que es un caso claro de lo que la ley viene a resolver:
"Tuve que trabajar durante el noveno mes de embarazo (...). Tuve relaciones sexuales con clientes una semana antes de dar a luz", cuenta.
Ella compagina su trabajo con el de madre de 5 hijos, lo cual es "realmente duro", afirma. Cuando tuvo su 5º hijo por cesárea, le dijeron que necesitaba reposo en cama durante 6 semanas, pero ella afirma que eso no era una opción y volvió a trabajar de inmediato. "No podía permitirme parar porque necesitaba el dinero", concluyó Sophie.
Pese a que el trabajo sexual se despenalizó en Bélgica en 2022, la decisión de cambiar la ley fue el resultado de meses de protestas en 2022, provocadas por la falta de apoyo estatal durante la pandemia de Covid.
Y aunque la prostitución es legal en varios países, entre ellos Alemania, Grecia, Países Bajos o Turquía, lo innovador aquí es la instauración de derechos y contratos laborales, que se trata de una primicia mundial.
"Esto es radical y es el mejor paso que hemos visto en cualquier parte del mundo hasta ahora", afirma Erin Kilbride, investigadora de 'Human Rights Watch'. "Necesitamos que todos los países avancen en esa dirección", añadió. Además, para ella, imponer restricciones a los empleadores, "reducirá significativamente el poder que tienen sobre las trabajadoras sexuales", ahondó.
Aún así, existen detractoras
Sin embargo, esta reforma no ha sido acogida de forma unánimemente por toda la sociedad belga. Sobre todo, determinadas asociaciones feministas denuncian que se trata de una mercantilización del cuerpo de las mujeres, con un texto inadaptado a las situaciones de las prostitutas migrantes y víctimas de la trata de seres humanos.
Y señalan que sin permiso de trabajo, no pueden ser contratadas en el marco de la nueva ley. "Esto favorecerá a proxenetas y traficantes que ya se benefician de una enorme impunidad en Bélgica", afirma Mireia Crespo, directora de ISALA, asociación que apoya a mujeres prostituidas en situación vulnerable.
Julia Crumière, voluntaria de la misma ONG, entrevistada por la 'BBC', dice que "es peligrosa la norma porque normaliza una profesión que en su esencia es siempre violenta".
La mayoría de las mujeres a las que ayuda su organización lo que buscan es ayuda para dejar la profesión y conseguir un "trabajo normal", no derechos laborales. "Se trata de no estar al aire libre, en un clima gélido, ni tener sexo con extraños que pagan para acceder a tu cuerpo", explicó esta voluntaria.
Según la nueva ley de Bélgica, cada sala donde se realicen servicios sexuales debe estar equipada con un botón de alarma que conectará a la trabajadora sexual con su "persona de referencia". Pero Crumière cree que no hay manera de hacer que el trabajo sexual sea seguro. "¿En qué otro trabajo se necesitaría un botón de pánico? No es la profesión más antigua del mundo, pero es la explotación más antigua del mundo", sentenciaba Crumiere.
Sin embargo, muchos profesionales del sector consideran que esta reforma es el planteamiento más realista. "El trabajo sexual existe. Y si no se hace al aire libre, existirá en la clandestinidad", afirma Karin Van Der Elst, propietaria de Villa Tinto, en Amberes, un complejo inmobiliario donde las prostitutas pueden alquilar ventanas por días.
La nueva ley sigue planteando muchos interrogantes, pese a que empieza ya ha empezado a aplicarse. Según los expertos, harán falta varios años para evaluar sus efectos sobre las condiciones de vida de las trabajadoras del sexo, así como sobre la trata y el proxenetismo.