En pocos días comienza la Feria de Málaga, un evento que se ha convertido de interés internacional y por el que cada año la capital de la Costa del Sol recibe a miles de turistas.
Uno de los emblemas de la ciudad y de este evento es la biznaga; una 'flor' que ya es la flor de Málaga. Es común verla por toda la ciudad, especialmente en festividades.
Es habitual verlas como decoración y vendiéndose en las calles más transitadas como la famosa Calle Larios. Son muy fáciles de reconocer, pues son de color blanco y tienen un olor intenso a jazmin. Pero, en realidad, ¡no es una flor¡
La biznaga malagueña no nace de ningún árbol o planta, se hace a mano.
¿Por qué no es una flor?
La biznaga de Málaga se confecciona de manera artesanal. Se trata de las flores del jazmín unidas al tallo del nerdo, una especie de cardo.
Cada flor se inserta una a una en el tallo dando forma esférica o de bola. Se hace cuando las flores están cerradas y al llegar la noche se abren y aromatizan con su olor tan especial.
Existen muchos tipos de jazmines, pero uno de los más empleados en la ciudad para hacer las biznagas es el Jazmín Real, que es de color blanco.
Historia de la biznaga
La palabra biznaga procede del árabe, que significa 'regalo de Dios'. Esta tradición se remonta a la época del Al-Andalus. Una práctica que se ha transmitido de padres a hijos en la zona.
Al principio su uso era sanitario, pues gracias al olor de los jazmines se podía emplear como repelente para los mosquitos.
Con el paso del tiempo este remedio se convirtió más en un souvenir para los que visitaban Málaga y compraban las peculiares flores a los biznagueros.
Una elaboración que tiene mucho mimo y dedicación, pues se empiezan a confeccionar mucho antes del verano recolectando primero los nerdos y 'arreglándolos' para después poder ponerle a mano las flores.