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Manzanares volvió a fracasar, como en San Isidro

Román cita desde lejos a su primer toro.
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Román cita desde lejos a su primer toro. (Foto: Plaza1)

Feria de Otoño: vuelta para Tomás Rufo y fuerte ovación para un Román entregadísimo

viernes 04 de octubre de 2024, 22:04h
“Que cada uno es cada cual”, como en su canción ‘Fiesta’ cantaba el genial Serrat, quien aúna la doble condición de intelectual y catalán, lo que no le impide ser también taurino. La frase viene a cuento porque no hubo sorpresas en el comportamiento de lo que anunciaba el cartel. Lo previsto ocurrió con los bureles, de las dos fracasadas divisas en San Isidro de los hermanos Fraile, blandos y de escaso juego. Y con la terna: Manzanares, pasota y sin compromiso con la tauromaquia ni con el público y vaya usted a saber si con él; Román dando la cara en una buena labor con su primero, y Rufo con buenos apuntes con percal y sarga en el último pero excesivo ventajismo. Cada uno es cada cual.

Lo de Manzanares, cuyo único mérito para repetir ahora tras su petardo isidril es que lleva su carrera el poderosísimo Matilla, ya parece de juzgado de guardia. El alicantino frente a los de su lote, ambos nobilísimos aunque el cuarto descastado, y a los que citaba desde su lugar de nacimiento, anduvo por allí sin disposición hasta el punto de que cansó hasta a la mayoritaria parte más indocta del cotarro e incluso marró con lo que antes era una de sus mejores bazas: la espada.

La antítesis, como se barruntaba, fue un entregadísimo Román, capaz de meter en la muleta al manso que se lidió en segundo lugar. Lo hizo, recordando a César Rincón, dándole distancia en el platillo con la muleta ‘planchá’, con temple y rematando en la cadera. Así, obligándole y con mando le robó emocionantes cortas series de redondos y naturales -en algunas ocasiones, pocas, fuera de cacho, también es verdad- cerradas con buenos pases de pecho.

La faena estaba hecha ero la alargó en demasía, destacando unas ajustadas manoletinas finales y para colmo necesitó de dos golpes de descabello, quedando el posible trofeo en una atronadora ovación. Ya fue imposible repetir jugada con el otro, un inválido descastado y moribundo. Quizás otra oreja habría cortado Rufo en el último, un mimosín tan blandito como obediente al que recibió con bellas verónicas, en lo único destacable de la función con el capote.

El toledano se clavó de hinojos en el tercio al inicio de la labor con la pañosa y después, ya en pie, sin llegar a la calidad que le pedía tal colaborador, y siempre en los terrenos que quiso el animal, le sacó varias tandas por ambos pitones, pero muy despegado y con la patita contraria retrasada, lo que provocó las justas protestas del 7.

Y aconteció lo que tantas veces, el resto del público se puso de parte del torero, que festoneó un cambio de mano templado y larguísimo para éxtasis de la mayoritaria gente, que tras media y un golpe de verduguillo, pidió el trofeo paradójicamente no mayoritariamente y el usía, con buen criterio, lo denegó. Antes, con el manso de Juan Pedro, había aburrido con una faena de largo metraje basada en la cantidad a un burel que se reponía y al que quizás en venganza, le endilgó un horroroso bajonazo para despenarlo.

FICHA

Toros de PUERTO DE SAN LORENZO; 4º Y 5º, de LA VENTANA DEL PUERTO, y 3º, sobrero de JUAN PEDRO DOMECQ (en sustitución del anunciado de PUERTO, devuelto por inválido). Bien aunque desigualmente presentados en general, todos escasos de casta aunque nobles, y flojos; 3º y 4º mansos. MANZANARES: silencio; silencio. ROMÁN: gran ovación; silencio. TOMÁS RUFO: silencio; vuelta. Plaza de Las Ventas, 4 de octubre. 4ª de la Feria de Otoño. Casi lleno.

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