El Juli fue protagonista desde que asomó al ruedo por la puerta de cuadrillas, con estruendosas ovaciones, que se repitieron al destrenzarse el paseíllo, también cuando brindó su primer aborregado amigo, perdón, enemigo, a Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad, y cuando lo hizo con Faraón su último toro en Madrid. Llevamos varios largos párrafos y no hemos hablado/escrito de toreo, de buen toreo, porque salvo algunos detalles, como la bravura de los bichos, casi no compareció.
Sí es verdad que El Juli se lució con el percal frente a su primero, al que saludó con bellas verónicas cerradas con tres medias. Siguió su buen tono en un quite por chicuelinas y tafalleras y en la forma de lancear para llevarlo al penco. Y se acabó, porque con la muleta, entre caída y caída del pobre animal cercano a la invalidez, el matador apostó por la cantidad mecánica sin inspiración antes de despenarlo con su clásico truco del julipié, para más ‘inri'Trasero y desprendido.
El triunfo, estadístico, le llegó en el otro, un animalote trotón, con el que el coletudo, salvo algún pase suelto y un extraordinario, lento y profundo cambio de mano finalizado con un natural, volvió al mecanicismo con oficio. En el resto hubo más sugestión para el público que gestión de clasicismo. Incluso la faena tuvo menos calibre que en el anterior. Eso sí, esta vez el julipié cayó en las agujas y llegó el óbolo, protestado con lógica por el sanedrín sabio del tendido 7 y algunos aficionados esturreados por el graderío. El taurinismo oficial lo había logrado y, por fin, su rey abría la Puerta Grande.
Los convidados de piedra al banquete triunfalista, Uceda Leal y Tomás Rufo, tampoco destacaron especialmente. Al menos el madrileño cascabeleó algo de la clase que atesora -y ha desperdiciado en su ya larga carrera- en el que abrió función, al que muleteó con elegancia, ofreciendo los mejores naturales de la tarde; eso sí, sin apreturas y sin apretar. El otro fue un mansazo de libro con el que no se dio coba.
Dentro de la ya denunciada condición de los colaboradores y dóciles toros, a Rufo le tocó el mejor lote, léase el menos malo, y siguiendo la escuela posmoderna lo desaprovechó, sobre todo el tercero, al que aplicó un toreo lineal y ventajista. Salió más entregado en el último iniciando su faena de rodillas con redondos de mando, ligazón y cierta tersura. Mas luego se puso en pie y salvo un pase de pecho convertido en un doble circular, volvió a bajar el tono y a subir el ventajismo, lo que no fue óbice ni cortapisa para echar en el esportón una orejita sin fuste.
FICHA
Toros de
PUERTO DE SAN LORENZO, con 2º y 3º de
LA VENTANA DEL PUERTO, desigualmente presentados, mansurrones, con 4º muy manso, nobles y justos de fuerza y casta.
UCEDA LEAL: ovación; silencio.
EL JULI: ovación; dos orejas. Salió a hombros.
TOMÁS RUFO: silencio tras aviso; oreja. Plaza de Las Ventas, 30 de septiembre, 1ª de Feria. Lleno de 'no hay billetes'.