La corrida transcurría cárdena, como el pelaje de los bureles de Adolfo Martín, o negra, si valoramos el percance de El Cid nada más iniciar su faena de muleta a su primero. Cuando, sin que sirva de precedente, se cumplió el dicho de que no hay quinto malo. Porque ‘Chaparrito’, de 549 kilos, nacido en enero de 2013 y herrado con el número uno -¿sería una premonición del ganadero?- , iba a tapar el mal sabor de boca que habían dejado hasta ese momento sus hermanos, todos bien armados y más o menos cumplidores en los caballos, pero deficientes en la muleta o incluso peligrosos como el cuarto.
Pero con ‘Chaparrito’ y Pepe Moral disfrutamos de la verdad de la Fiesta. De un lado, un toro que aunque se arrancó de lejos dos veces al penco, en su jurisdicción se limitó a dejarse pegar, pero que embestía después humillado cual el más arrepentido pecador, mas con la exigencia de la casta. De otro, un coletudo en plena sazón que lo entendió perfectamente y cinceló con él una obra de arte con tanto brillo muleteril como autenticidad.
Porque el sevillano, tras doblarse por bajo con el animal para sacarlo al platillo, siempre cruzado y sin ventajas, se lució con tandas en redondo y al natural que aunaban mando –el que exigía la codicia de ‘Chaparrito’- y belleza. Eran dos castas enfrentadas, la del burel y la de un torero con clasicismo y sin alharacas. Moral cerró la obra de arte con nuevos ayudados por bajo para cuadrarle y el del desprecio, pero marró con el estoque en su primer intento antes de una estocada trasera.
Y en una feria con tantas orejas baratas y de regalo, echó en su esportón una de verdad de verdad de la buena con la que recorrió el anillo entre aclamaciones. Con menos firmeza, aunque, eso sí, con brevedad, anduvo en su anterior, único manso del encierro, amén de descastado total. Una brevedad que también se le agradeció cuando se hizo cargo del segundo tras herir éste al Cid nada más empezar su labor.
No desmereció la tarde del toricantano Ángel Sánchez, que tuvo el valor de doctorarse con esta ganadería de las duras y de las que rehúyen los mandamases del escalafón. Con un corte de torero ortodoxo buscando la pureza, el madrileño fue el único que se atrevió a torear a la verónica al de la ceremonia y al último, los dos descastados y ninguno de los cuales le ofreció opciones de triunfo, como tampoco el que mató en sustitución de El Cid, por lo que ha dejado abierta la puerta a un próximo paseíllo en Madrid.
FICHA
Toros de ADOLFO MARTÍN, justos de presencia excepto los dos últimos; de buen juego general con los caballos excepto el 3º; flojos y descastados, excepto el magnífico 5º; 4º peligroso; todos de muy ofensivas cabezas. EL CID: herido por su primero. PEPE MORAL: silencio; silencio; oreja. ÁNGEL SÁNCHEZ, que tomaba la alternativa: ovación tras aviso; sllencio; silencio. Plaza de Las Ventas, 8 de junio, 32ª de Feria. Más de tres cuartos de entrada. Enfermería: El Cid fue operado de una herida por asta de toro en tercio medio de la cara interna del muslo derecho, con una trayectoria ascendente de 20 cm, que produce destrozos en musculatura aductora y vasto interno. Fue rasladado al Hospital San Francisco de Asís con pronóstico grave.
Crónica del festejo anterior