Hay festejos, muy pocos, eso sí, que te reconcilian con la esencia y autenticidad de la fiesta. Como este último que cerró el abono albacetense. Sí que es verdad que los victorinos no fueron nada fáciles; al contrario: duros y correosos, recordando varios a aquellas alimañas de otros tiempos. Pero, del primero al último, todos los espectadores tenían sin cesar los ojos en la arena y una aguja en el corazón. Lo que ocurría o podía ocurrir allí abajo siempre les interesaba. Al encierro le hizo frente una terna de valientes y lidiadores que no salieron por la Puerta Grande, misión imposible, pero tampoco por la enfermería, que no es poco. Destacando los locales Sergio Serrano, que obró el milagro de cascabelear lo más artístico, y Rubén Pinar, con un cañón en vez de un estoque que le valió una oreja. Y Manuel Escribano cumplió con el lote todavía más difícil.
El caso de Sergio es uno de los más sangrantes dentro de los millones de injusticias de la Fiesta. Tras una extraordinaria faena en el San Isidro de 2022, precisamente a uno de los bureles de la A coronada, como casi siempre con fallos con las armas toricidas, tanto en este coso venteño como en el resto de las plazas han dejado de contar con él, excepto en su tierra, faltaría más. No obstante, nunca se desanimó, e incluso este martes, arrancado y motivado, se fue a recibir a sus dos bichos de rodillas cerca de toriles.
Y a Jaquetillo, su primero, con un punto de codicia, fue capaz, con sabia técnica y la verdad por delante los terrenos que pisó, en el cite y en los remates, de darle bellas series cortas por los dos pitones, extraordinarios los natuales, que calaron hondo entre los paisanos. Pero, una vez más, marró a espadas y el triunfo se diluyó. Nada le dejó el peligrosísimo sexto que iba al cuerpo del coletudo y nunca a los engaños.
También Pinar, jugándosela, le robó, literalmente, a Milnebras, su segundo varias tandas al natural y en redondo de menor calibre artístico, pero, la antítesis de su compañero y amigo Serrano, despenó a Borceguí de un estoconazo a ley y echó en su esportón una merecida oreja. Algo menos le había dejado su anterior, Patatero -normal, con ese nombre-, otra casi alimaña, a pesar de sus intentos.
Como fue la catadura del lote de Escribano,que sólo pudo lucirse en los dos tercios de banderillas a base de mucho conocimiento de los terrenos y valor. Después ni Milanito ni Veronés, hicieron otra cosa que intentar cogerle, lo que por fortuna no aconteció, despachando a ambos son suficiencia.
FICHA
Toros de VICTORINO MARTÍN, desiguales de trapío dentro de una buena presentación general. Descastados, complicados y peligrosos excepto 3º. MANUEL ESCRIBANO: silencio; palmas. RUBÉN PINAR: vuelta al ruedo; oreja. SERGIO SERRANO: ovación tras aviso; ovación. Plaza de toros de Albacete, 17 de septiembre. 10ª y última de Feria. Casi lleno.