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Pilar Valenciano (directora de escena): "Dudo y quizás por eso me dedico al teatro"

viernes 14 de febrero de 2025, 08:46h
Pilar Valenciano
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Pilar Valenciano (Foto: Vanesa Rábade)
Es humilde, entrañable, cercana, tremendamente trabajadora, apasionada por el teatro, minuciosa, detallista y estoy seguro de que todo lo que ha conseguido ha sido a base de tenacidad, paciencia, fe y determinación. El caso es que Pilar Valenciano lleva ya más de dos décadas trabajando exclusivamente en el mundo del teatro y -lo que aún es mucho más difícil-, viviendo de él.

Sus virtudes no han pasado inadvertidas para directores de escena de la talla de Eduardo Vasco, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Natalia Menéndez, Emilio Gutiérrez Caba, Carlos Aladro, Chema Cardeña o Israel Elejalde, entre otros. Ha trabajado con todos ellos como ayudante de dirección, pero también ha podido llevar a escena sus propios proyectos. El último, El perro del teniente, a partir del texto de Josep M. Benet i Jornet en Nave 10 Matadero, un montaje en el que se muestra todo el dolor, la crueldad y la sordidez que pueden acumularse en torno a un burdel; el siguiente podrá verse entre el 8 de abril y el 25 de mayo de este mismo año en el Teatro Español de Madrid, ¡Esta noche, gran velada!: Kid Peña contra Alarcón, por el Título Europeo, uno de los textos emblemáticos del dramaturgo recientemente desaparecido Fermín Cabal.

Apenas si se prodiga por los medios o las redes sociales, y eso aún hace más apasionante el encuentro con Pilar, que tenemos en una cafetería del centro de Madrid, equidistante de su Lavapiés, Embajadores y Atocha. "Soy muy discreta -comienza asegurándonos la artista-. No me gusta nada llamar la atención y quizás por eso mismo tampoco los medios se han fijado mucho en mí. A mí me encanta hablar de teatro y, como ves, no has tenido más que decírmelo para que estemos aquí, dialogando abiertamente"

"Rigor y humor son las dos características esenciales que me unen a todos mis maestros en la dirección de escena"

Valenciano se dedica profesionalmente al teatro desde 2005: "Estudié Dirección de Escena en la RESAD, uno de mis profesores de Dirección era Eduardo Vasco y cuando lo llamaron para dirigir la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), me propuso estar en su equipo de ayudantes de dirección en la Compañía, y no daba crédito, hasta el punto de que llegué a decirle que si es que estaba loco porque yo no había trabajado nunca de manera profesional, y recuerdo exactamente cuál fue su respuesta: 'mira y aprende'. Y, por suerte, desde entonces hasta hoy sigo viviendo de esta profesión".

Le apuntamos a Pilar que con Laura Garmo, otra de nuestras mujeres entrevistadas, Vasco hizo exactamente lo mismo que con ella, y Pilar nos da la clave del asunto: "Eduardo es muy buen ojeador para apostar por personas a las que merezca la pena dar una oportunidad, y eso es algo muy importante. Es un extraordinario cazatalentos, y no lo digo por mí, sino por el resto de compañeros y compañeras en los que ha confiado. Por ejemplo, Ana Zamora trabajamos juntas, como en Viaje del Parnaso, un montaje en el que Ana era la ayudante de dirección y yo colaboré como asistente de dirección. Aprendí mucho de ella, porque Ana es increíble como directora (también fui su ayudante), pero como ayudante era también una fiera. ¡Con Ana y con Eduardo aprendí muchísimo! De su pasión, de sus ganas de buscar siempre la perfección…".

Curiosa por naturaleza, Pilar Valenciano siempre se ha sentido atraída por las Humanidades: "empecé estudiando Historia en la Complutense, luego cambié a Filología Hispánica, ya desde entonces hacía teatro en mi barrio (Vallecas, Palomeras Bajas, años 80 y 90), allí tuve la suerte de coincidir con un profesor, Eduardo Ruiz, que puso en marcha el Colectivo El Tirso, porque lo componíamos en su mayoría estudiantes que proveníamos del Instituto Tirso de Molina, y ha sido cantera de un montón de profesionales del teatro que ahora están en activo. Entre ellos, Nerea Moreno (nominada a los Max como mejor actriz en la temporada pasada). Eduardo Ruiz era un hombre serio, riguroso y que nos enseñó a afrontar el teatro, ya entonces, de manera casi profesional. De hecho, en ese momento, ganábamos casi todos los certámenes de teatro de bachillerato que convocaba la Comunidad de Madrid, actuábamos en el Albéniz, en la Sala Pradillo… Y, cuando vivías en un barrio como Vallecas, en el que la realidad era tan contundente, todas esas experiencias nos aportaban mucho". Y tanto, porque esas incursiones al escenario que los estudiantes, como la misma Pilar Valenciano, se tomaban como una fascinante experiencia lúdica, como un juego de adolescentes y jóvenes, muchos de ellos ya vieron en ellas la posibilidad de convertirse en una forma de ganarse la vida.

Con la perspectiva que da ya el tiempo, preguntamos a Pilar cuáles son las principales enseñanzas que así, a bote pronto, recuerda de sus maestros: "De Eduardo Vasco su inmenso amor al repertorio y lo serio que es trabajando y, al mismo tiempo, su gran sentido del humor. Diría, incluso, de todos ellos que mi mayor conexión se ha forjado precisamente por esa vía, por el sentido del humor y de una visión lúdica del teatro, como verdaderos compañeros de juego, al tiempo que abordábamos los montajes de una manera muy rigurosa… Sí, la combinación del rigor y el humor puede decirse que son las dos características esenciales que me unen a todos ellos en la dirección de escena… De Juan Carlos Pérez de la Fuente su excentricidad y la sabiduría. Creo que, a veces, no valoramos lo suficiente a nuestros compañeros de profesión, y Juan Carlos ha hecho cosas increíbles en la historia de nuestro teatro (Pelo de tormenta, de Nieva o el San Juan, de Max Aub…).

De Natalia Menéndez -prosigue analizando Pilar-, me quedo con su valentía. Natalia es una mujer muy valiente, osada; nunca va sobre seguro y apuesta siempre por textos con los que conecta, en los que cree, no le tiene miedo a que después terminen siendo un éxito o un fracaso. Natalia, también es una persona importante en mi carrera profesional. Emilio Gutiérrez Caba es un verdadero maestro de la palabra y consigue dejarte con la boca abierta cuando te refiere su historia personal, o la de su familia. Con Israel Elejalde coincidí cuando éramos estudiantes de dirección en la RESAD y en un par de montajes yo como ayudante y él actuando. Me gusta mucho cómo lee los textos, la sabiduría que tiene a la hora de seleccionarlos, o su manera de trabajar con los actores, entiende muy bien ese trabajo ya que él es también un gran actor… Podría hablarte también de todos los demás directores, pero, en general, he intentado siempre quedarme con lo mejor de todos y cada uno de ellos".

En la RESAD dirigió bastantes montajes, también con el Colectivo El Tirso, pero fue en la CNTC donde se bautizó profesionalmente con sus Entremeses barrocos, que hizo al alimón con Héctor del Saz, Aitana Galán y Elisa Marinas: "era un collage de piezas teatrales cortas; después ya fue el montaje de Michel Azama en una de aquellas salas que eran casi flor de un día, como la Sala Garaje Lumiére, o en el Festival Cenit en Sevilla, que dirige Ricardo Iniesta; también estuve en Nueva Delhi dirigiendo en la National School La fierecilla, de Shakespeare (una de las experiencias profesionales más bonitas de mi vida); dirigí también Pericles también de Shakespeare, lo monté con La Sed Teatro, asociación que creamos compañeros del Colectivo El Tirso, David Sastre, José Vicente y Elena M.ª Sánchez, con el ánimo de poner una compañía en marcha que no acabó cuajando. Pero de aquel Pericles guardo recuerdos fantásticos, con él estuvimos en el Festival de Teatro Clásico de Alcalá y en el Festival de Almagro, y no nos fue nada mal con la crítica y público…".

"El teatro es una filosofía de vida"

Puesta a enfrentarse con la duda o la incertidumbre, Pilar se siente más cómoda con la primera: "En el teatro y en la vida uno no para de enfrentarse a la duda. Creo que uno de los grandes males de nuestra época es que todos creemos siempre estar en lo cierto y eso nos impide escuchar al otro, y compartir, y debatir y reflexionar, cuestiones que nacen de la duda, la primera debiera ser la de cuestionarse a uno mismo…". Incluso la certidumbre, le comentamos, no significa necesariamente que se desemboque en la verdad, y la directora de escena va un poco más allá al afirmar que "incluso en la ciencia, que suele ser uno de los territorios donde la certidumbre es una de las verdades más clara a las que aferrarse, las teorías evolucionan y, por tanto, hay que seguir siempre cuestionando hasta las certezas aparentemente más sólidas. Hay que tratar de imitar a Descartes y practicar siempre la duda sistemática. Dudo y quizás por eso me dedico al teatro…".

Se siente orgullosa de "la heroicidad de haber podido mantenerme durante estos últimos veinte años viviendo sólo y exclusivamente de mi trabajo en el teatro. Para mí el teatro es una filosofía de vida. A casi todos los que nos dedicamos al teatro nos gusta el mundo del arte. Pero, cuando uno escribe, lo que escribe se queda plasmado en el papel y ese trabajo tiene un cierto afán de trascendencia o, al menos, de permanencia; cuando pintas o esculpes, sucede lo mismo, pero el arte del teatro es efímero; citando a Juan Ramón Jiménez, "…Y para el alma era aquella rosa que se escondía, dulce entre las rosas, y que una tarde ya no se vio más". El teatro, a cambio, te mantiene siempre joven, no hay más que ver a Julieta, la Espert o Arrabal. Los procesos son muy intensos mientras estás embarcado en ellos, incluso obsesivos porque parece que en la vida no está ocurriendo nada más de lo que sucede en ellos y un buen día todo hace plaf y se desvanece. Es fascinante la relación que se establece con los equipos artísticos y con el elenco… ¡Son de una intensidad tremenda! Amas con locura, reniegas y, cuando pasan unos meses después de las funciones, el amor, el odio, todo pierde intensidad y, en algunos casos, la intensidad se torna en indiferencia".

Nos parece una aventura envidiable la que está atravesando ahora Valenciano con el montaje de ¡Esta noche, gran velada!: Kid Peña contra Alarcón, por el Título Europeo. Fermín Cabal es uno de los grandes de nuestro teatro de finales de siglo pasado y debe de ser más que emocionante revivirlo cuando apenas hace unos meses que nos dejó: "El Teatro Español y Eduardo Vasco proponen homenajear a este gran hombre de teatro que fue Fermín. Los españoles somos especialmente hábiles en desdeñar, primero, y olvidar, después, a nuestras gentes, y Fermín fue un hombre que hizo mucho por la profesión teatral a muchos niveles. La influencia de Fermín en el teatro independiente de los años 80/90 del siglo XX fue muy grande a través de experiencias como el Gayo Vallecano, Tábano o Goliardos. Gran parte de la experiencia de lo colectivo en el mundo del teatro venía de Fermín y de gentes como Margallo, Layton, Narros o Plaza que se dejaron la piel por dar rigor y profesionalidad al teatro independiente que surgía en Madrid. Y Fermín fue uno de los grandes protagonistas de ese movimiento".

El caso es que Eduardo Vasco "me pasó esta función, la leí, y la verdad es que desde el minuto uno sentí que podía llevarla bien a escena porque -como ya me pasó con Benet i Jornet y El perro del teniente-, me apetece mucho entrar en estos textos tan masculinos, tan 'testosterónicos', con una mirada femenina. No se trata de hacer ninguna lectura feminista en especial pero sí de aplicar la sensibilidad, la mirada de una mujer para que cambie el foco y estas historias puedan entenderse desde otro lugar. La segunda razón es que este proyecto me divierte, exige introducirse en el mundo del boxeo, la corrupción, las apuestas amañadas… Intentar hacer en teatro lo mismo que hacen en cine Scorsese o Coppola, pero a través de la mirada de una mujer, y no sobre la pantalla sino en un escenario".

Pilar, que se mete con verdadera pasión en todo lo que hace, ya está puesta en el mundo de las veladas de boxeo, en los nombres míticos de esa disciplina como Mike Tyson, Mohammed Alí, Joe Frizer o Jake Paul. Nada raro si tenemos, además, en cuenta que en aquellos años 90 y en Vallecas, ella era vecina de Poli Díaz, el héroe nacional boxístico: "me he criado cruzándome casi a diario por la calle con Poli cuando él era una estrella. Nos cruzábamos cuando él venía de estar en Los Ángeles o cuando venía de estar de fiesta con Grace Jones, Smantha Fox o RourkeDíaz siempre me ha parecido un personaje muy teatral, Poli me ha fascinado siempre. También por su deriva posterior que no es tan glamurosa. Los golpes recibidos, el dinero abundante, las compañías…, todo jugaba en su contra para acabar así. No debe de ser nada fácil saber procesar esa gloria y llevar una vida coherente y mantener los pies en la tierra. Cuando uno deja de pisar la tierra, normalmente la cabeza suele derivar a territorios complicados". Pero, nobleza obliga, el asesor pugilístico de la pieza va a ser alguien que estaba muy vinculado a Poli Díaz, Rayito Sánchez, que tiene un gimnasio en la calle Santa Ana, al lado de la Plaza de Cascorro, que fue discípulo de Poli y que también es vallecano. Y Rayito hará en este montaje lo mismo que Jesús Esperanza, maestro de esgrima en las comedias de capa y espada de nuestras comedias del Siglo de Oro, ejerciendo de coach de boxeo.

Defensora a ultranza de la formación teatral previa, Pilar Valenciano no desdeña tampoco la existencia de personas con un talento natural para interpretar, para dirigir o para bailar, "pero si esa persona de gran talento se forma en condiciones, su genio va a brillar mucho más y se convertirá en mucho mejor profesional. En nuestro oficio es imprescindible la profesionalidad. Lo contrario acaba por desprestigiar nuestro trabajo. Sólo perdura en el tiempo la que es verdaderamente profesional".

"Creemos siempre estar en lo cierto y eso nos impide escuchar al otro"

(Foto: Jesús Ugalde)¿Te sientes más cómoda llevando a escena textos poéticos, o textos de carácter social?, planteamos a Pilar y ella no hace distingo alguno entre ambos: "también la poesía puede estar cargada de aspectos sociales o políticos. Fíjate en García Lorca, por ejemplo, un poeta que no dejó de mirar nunca a la sociedad de su tiempo. Son dos ámbitos que no tienen por qué ser excluyentes y que han transitado muchos de los grandes (William Shakespeare, Heiner Müller…). Todos los grandes han sabido impregnarse de la sociedad de su época y también han tratado los temas con mirada poética. El individualismo excesivo, el mirarse al ombligo, incluso la autoficción que ahora está tan de moda, no es algo que me interese demasiado… Me interesa mucho más hablar de lo que veo a mi alrededor, contar cómo siento el mundo y plantear qué cosas creo que nos deben de hacer pensar…".

En un tiempo tan escorado hacia uno u otro lado, cada día parece más necesaria que nunca la escucha, el diálogo que siempre se propone en el teatro. Así lo ve también Valenciano: "no somos animales porque tenemos la facultad de pensar y de poder expresar lo que pensamos y, precisamente de ahí deriva la necesidad del diálogo, del intercambio de posturas, de contrastar miradas y posiciones, y creo que es muy sano desterrar las posturas maniqueas e intentar comprender al diferente, al distinto. Esta es una de las razones por las que me dedico al teatro. Una sala de ensayos es como una sala de disección de todo lo humano".

Se sigue viendo en el teatro dentro de una o dos décadas: "No sé en qué posición, pero haciendo teatro, seguro. Ahora, cuando de vez en cuando echo la vista atrás, me parece casi un milagro haber podido sobrevivir en este oficio. Seguiré montando nuevas piezas, danto talleres de dirección de escena y de interpretación, y de ayudantías de dirección, una función muy distinta a la de la dirección y tan necesaria como ella (es una figura intermedia entre la dirección y la regiduría de escena), que requiere una formación muy específica que va mucho más allá de pasarle la mano por el lomo al director cuando está deprimido o desalentado por la marcha del montaje. Por el contrario, tiene que ser una figura que facilite que el director se concentre en su labor, que ponga el foco exclusivamente en lo que pasa en la sala de ensayos y que se despreocupe de todo lo demás".

Valenciano piensa también que "hay una gran cantidad de textos dramatúrgicos de nuestro teatro de la segunda mitad del siglo XX que están aún por redescubrir verdaderamente para mucha gente. Puede ser el caso de Buero Vallejo o de Benet, y tenemos que hacer entre todos unos esfuerzos para volver a subirlos a los escenarios".

Cuestionario final

  • (Foto: Vanesa Rábade)¿Qué puede hacerte desmoronar en un momento dado?

Por un lado, la miseria en sí misma, la económica y la moral. Por otro, que algo malo pueda sucederle a mi pareja, mi familia, mis amigos más cercanos… Profesionalmente creo que tengo mucha entereza y, precisamente por haber sobrevivido durante tantos años en la profesión, creo estar acostumbrada ya a capear temporales y, en la medida de lo posible, a solventarlos casi siempre, y, cuando puedo, con alegría… Esos se quedan en trastornos, en contratiempos, pero no son problemas de la entidad de esos reveses personales y familiares (una enfermedad seria, pérdidas de seres queridos), que muchas veces son irresolubles.

  • ¿El artista debe ser metódico, ordenado, o visceral e intuitivo?

Diría que un 70% metódico y un 30% intuitivo. Como mucho, a partes iguales. Para mí, la profesionalidad debe de ser siempre el punto primordial de partida. Si algo te sale bien y no eres profesional, probablemente eso va a quedarse ahí, va a ser flor de un día. Sólo el que se mantiene en la profesión y tiene una trayectoria seria, es decir, la gente profesional, puede darte ciertas garantías de acabar haciendo un trabajo bien hecho.

  • ¿Te molesta mucho que los espectadores se olviden de apagar el móvil o se pongan a consultar las redes en plena función?

Me molesta mucho y, además, me parece que son inconscientes porque no saben lo que se pierden. El público paga una entrada y, lo mismo que en la peluquería exiges un buen corte, si no te aprovechas de las mejores condiciones para disfrutar de un espectáculo, estás tirando el dinero a la basura por estar mirando la pantalla de un móvil, o si estás dejando que perturben tu atención a todo lo que ocurre en el escenario. Hay despistes, y son perdonables, pero la gente que tiene el móvil encendido de manera consciente, creo que no hace un buen uso de su dinero. Apagar el teléfono, o ponerlo en modo avión, cuando entras en una sala de teatro es un rito que hay que llevar a cabo siempre para darte el placer de estar durante hora y media o dos o las que sean, atento exclusivamente a lo que se te ofrece en el escenario.

  • ¿Se puede ser progresista y de derechas y conservador y de izquierdas?

¡Claro que sí! Progresistas y conservadores queremos ser todos, independientemente de nuestra adscripción ideológica. Mejorar las cosas en unos sentidos, y conservarlas en otros. En función de qué posición está cada uno, quiere avanzar en unas cosas y conservar otras. Si estás en una condición precaria, está claro que quieres avanzar en tus recursos y que se afiancen para poder vivir mejor. Y si tienes muchos recursos económicos lo que pretendes es conservarlos. Pero, en ambos casos hay deseos de avanzar y de conservar.

  • ¿Tiene la mujer presencia suficiente en todos los ámbitos de la sociedad o no?

Pues, afortunadamente, cada vez más. Pero nos quedan muchas cosas pendientes, como tener una presidenta de gobierno en este país, por ejemplo. Corren tiempos en que los gallos vuelven a cantar fuerte en el gallinero y a los que les gustaría que las gallinas se limitasen a poner huevos.

  • ¿Qué pregunta te haces a ti misma con frecuencia y aún no has encontrado la respuesta?

Me pregunto muchas veces qué hacemos aquí. Para qué está en este mundo el ser humano. Para mí esa es la gran pregunta. Supongo que tiene mucho que ver con esa tendencia que siempre he tenido por las Humanidades. Es una pregunta que se han formulado hombres y mujeres a lo largo de toda la historia. Quizás la respuesta esté en intentar dar lo mejor de ti mismo y ponerlo al servicio de los demás. De avanzar, de crear y construir.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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