"Lucho por algo que antes ni pagaban ni agradecían", nos dice Rosa, en su 'atelier' del vivero, rodeada de trajes colgados en perchas, trajes femeninos de un estilo ya muy definido. Una colección otoño-invierno de la que han producido un millar de prendas, lo que, teniendo en cuenta que son ellas dos las únicas que diseñan, al frente de una quincena de contratados externos, supone un trabajo muy considerable.
Ésta ha sido su primera campaña, y se sienten, dice Rosa, satisfechas: "nos queda un piquito de nada, pero al menos no perdemos". Y van en ascenso, porque la calidad, en la moda, se impone y ellas, quien lo ha visto lo atestigua, la tienen.
Acaban, como quien dice, de empezar: llevan en el vivero desde junio, y oficialmente lanzaron la empresa en agosto. Pero ya han realizado algún desfile en la Asociación de Confeccionadores (ASECON) y han suscitado la atención del colectivo especializado. No piensan, de momento, abandonar el vivero en el que tienen sus dependencias, nada lujosas pero con espacio, porque "nos proporciona un software que, si no, nos costaría 30.000 euros. Y no estamos para muchos dispendios". Así que siguen en su CB (comunidad de bienes), marchando trabajosamente, pero avanzando al fin. Como la mayoría de todos nosotros...